Se definen como un colectivo de música mundo o un punk folclórico del centro de la tierra. Y es porque interpretan lo que ellos llaman “fusión de música folclórica, salsa, de calle, de ceremonia” y otros géneros. Se autocalifican de “muy comerciales”, no porque su música sea fácil de vender y ganar dinero, sino porque “les gusta a todos”, como dice Marina Marcián, de 26 años, una española que llegó a Guayaquil hace dos años por una beca universitaria y se quedó “por amor”.

Ella canta y toca percusión menor como el “palo de lluvia”, pese a que su formación pasa por recitales de piano. El líder, cantante y compositor de Salú es Sergio González, guayaquileño de 30 años, músico desde hace 15 y que desde hace cuatro está en la onda de la música mundo y de ceremonia, la cual, explica, es la que las culturas ancestrales de América Latina interpretaban en sus rituales y que ellos han adaptado a los instrumentos y ritmos actuales con el fin de propagarla.

El grupo lo forman, además, Steven Arias, de 30 años, quien toca la guitarra y canta. Él llegó hace cinco años de Nueva York, su ciudad natal, donde interpretaba “música gringa con toques de rock y de jazz”, y ahora se confiesa “enamorado de la música andina”.

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Además, Javier Rosas, quien toca la percusión y tiene un pasado de bandas de rock pop y ska. También Francisco Ponce, bajista, quien recuerda que Salú grabó su primer disco en el 2012 y lanzará el segundo el próximo año.