Cuatro sirios, un palestino y un tunecino, liberados por Estados Unidos de la cárcel de Guantánamo, llegaron en la madrugada de este domingo a Uruguay, en calidad de refugiados tras más de diez meses de negociación entre los gobiernos de Barack Obama y José Mujica.

Los seis detenidos de Guantánamo fueron acogidos por Uruguay en una aceleración manifiesta de los traslados de la prisión estadounidense, anunció este domingo el Pentágono.

En medio de un estricto operativo de seguridad, que incluyó una veintena de vehículos, al llegar a suelo uruguayo cinco refugiados fueron trasladados al Hospital militar de Montevideo y un sexto ingresado en un hospital público del centro de la ciudad debido a su débil estado de salud, informó la prensa local.

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Habían recibido su "aprobación para traslado" por parte de las autoridades estadounidenses, partieron desde la base de Guantánamo a bordo de un avión de la fuerza aérea de Estados Unidos en la medianoche del sábado al domingo (05:00 GMT del domingo) indicó un portavoz del Pentágono, Myles Caggins.

Entre ellos está el sirio Jihad Diyab, que se había declarado en huelga de hambre y acudió a la justicia estadounidense para hacer valer su derecho a no ser alimentado a la fuerza.

En total, 19 detenidos fueron repatriados o enviados a un tercer país desde comienzos de año, en un esfuerzo evidente de la administración Obama de acelerar las liberaciones para vaciar la prisión y cerrarla, como prometió en numerosas ocasiones Barack Obama.

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Tras 13 años -la prisión fue abierta por Estados Unidos en 2002 dentro de su "guerra contra el terror" tras los atentados del 11 de setiembre de 2001-, quedan ahora 136 detenidos en Guantánamo; de ellos, la mayor parte no tienen cargos ni fueron juzgados. 67 fueron calificados como "liberables" por las administraciones de George W. Bush y Obama.

Primeros presos del 2002

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Los seis hombres, acogidos por Uruguay, cuyo presidente José Mujica prometió que serían liberados, tienen entre 30 y 40 años y hacían parte del los primeros detenidos que llegaron a Guantánamo en 2002.

"Estamos muy reconocidos con Uruguay por esta acción humanitaria y al presidente (José) Mujica por su rol determinante para dar asilo a estos individuos que no pueden ser enviados a sus propios países", señaló a la AFP Cliff Sloan, designado por Obama como su enviado especial para supervisar el cierre de la prisión.

"El apoyo que recibimos de nuestros amigos y aliados es crucial para cumplir nuestro objetivo común de cerrar Guantánamo, y este traslado es un paso importante en nuestros esfuerzos para cerrar esta infraestructura", añadió en un correo electrónico.

El Congreso estadounidense fue debidamente informado de este traslado conjunto que se suma al de otros siete presos que dejaron Guantánamo en noviembre.

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Estatus de refugiados

Obama ha prometido cerrar este controvertido centro de detención antes de que concluya su mandato en enero de 2017, pero el comandante de la prisión, el coronel David Heath, juzgó "poco realista" cerrar Guantánamo de aquí a dos años.

"El departamento de Defensa trabaja con diligencia para transferir a los detenidos eligibles de Guantánamo", declaró de su lado Paul Lewis, asesor del Pentágono para el cierre de la prisión quien viaja regularmente a países potenciales de acogida para los detenidos.

"La seguridad está siempre entre las más altas prioridades antes de toda decisión de traslado y (la situación de) cada detenido es reexaminada con precaución por seis agencias gubernamentales antes de declararlo apto", añadió Lewis.

Exguerrillero de izquierda, José Mujica, que abandonará el poder en marzo para dejar lugar a Tabaré Vázquez, del mismo partido, había aceptado acoger estos prisioneros bajo el estatus de refugiado.

Pero este traslado, previsto desde agosto, se había retrasado por la campaña electoral en Uruguay, y finalmente ha tenido lugar exactamente una semana después del balotaje.

Durante la campaña, Mujica buscó relajar la polémica alrededor de esta medida diciendo que conversaría sobre la situación con el próximo gobierno.

Entre los transferidos figura el sirio Jihad Diyab, que se había declarado en huelga de hambre y acudió a la justicia estadounidense para hacer valer su derecho a no ser alimentado a la fuerza.

Sin embargo, la juez Gladys Kessler obligó al gobierno Obama a hacer públicas las grabaciones de video de la alimentación forzada de Diyab, pero las autoridades estadounidenses se negaron.

La salida de Diyab no cambia nada, afirma el abogado David Schulz, que representa a 16 medios que obtuvieron esta publicación. "La juez Kessler ya subrayó que no había razón convincente para mantener estos videos secretos a los estadounidenses", dijo Schulz al Miami Herald, uno de los medios representados.