Un año después de la muerte Nelson Mandela, que fue presidente de Sudáfrica, premio Nobel de la paz y se convirtió en el ícono de la lucha contra el apartheid, los sudafricanos le siguen recordando con rezos, marchas e incluso partidos de cricket.

"Nuestra obligación con Madiba [el nombre de su clan] es continuar construyendo la sociedad que imaginó, seguir su ejemplo", dijo el arzobispo emérito sudafricano Desmond Tutu el jueves en un comunicado.

Las ceremonias oficiales previstas el viernes incluyen una misa interreligiosa en Pretoria presidida por el vicepresidente Cyril Ramaphosa y una ofrenda de flores de los veteranos de la lucha contra el régimen racista del apartheid.

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"Aunque Nelson Mandela ya no está físicamente con nosotros, su legado sigue guiándonos", dijo Frederik Willem de Klerk, que primero fue su carcelero y luego compartió el Nobel con él por su papel en el fin del régimen racista.

El viernes sonarán en todo el país campanas, bocinas, vuvuzelas y sirenas durante tres minutos y siete segundos y luego habrá tres minutos de silencio: un homenaje de un total de seis minutos y siete segundos en recuerdo de los 67 años de Mandela al servicio de su país.

Durante el fin de semana también habrá recitales de poesía, conciertos y marchas en motocicleta para recordar al ícono mundial contra el racismo, que murió el pasado 5 de diciembre tras una larga enfermedad.

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También habrá marchas solemnes y maratones y las selecciones sudafricanas de cricket y rugby disputarán un partido amistoso de cricket, llamado Nelson Mandela Legacy Cup.

Un año después de su muerte, Mandela sigue en la mente de los ciudadanos de esta "Nación Arcoiris" que él contribuyó a forjar.

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En la casa museo de Mandela -la casa de Soweto donde vivió antes de pasar 27 años en la cárcel-, los visitantes siguen recorriendo las habitaciones para conocer un poco más los detalles de la vida del primer presidente negro de Sudáfrica.

"Es como estar cerca de él, compartir algo con él", asegura Monique Swanepoel, una de las muchas visitante de esta modesta casa de ladrillos rojos, donde también se exhiben fotografía familiares de la juventud de Mandela.

Aunque el museo siempre había sido muy visitado por los extranjeros, la muerte de Mandela ha hecho aumentar la afluencia de sudafricanos.

"Me gustaría haber hecho este viaje antes. Me doy cuenta que había muchas cosas de él que no sabía", explica Monique Swanepoel, que tardó más de tres horas en llegar en coche desde su casa en Zeerust, una ciudad del norte del país.

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En el norte de Soweto, extranjeros y sudafricanos visitan también una exposición en el Museo del Apartheid que recuerda al padre de la democracia sudafricana, con sus discursos y su voz tan característica.

"Es muy emotivo estar aquí y oír su voz y ver su cara. Es como si nunca se hubiera ido", explica Jurgen Swartz, un turista holandés.

Cuando fue inaugurada en 2008, coincidiendo con los 90 años de Mandela, la exposición era temporal pero el interés del público la ha convertido en permanente.

"La gente no se cansa de Mandela, siempre hay interés, sobre todo ahora que se ha ido", asegura la comisaria de la exposición, Emilia Potenza.

Frente a Union Buildings, la sede del gobierno en Pretoria, decenas de turistas se hacen fotos junto a la imponente estatua de bronce de Mandela, inaugurada el año pasado un día después de su funeral.

"Es como posar con él", asegura uno de sus admiradores.