La aprobación de la presidenta de Chile Michelle Bachelet cayó en picada en el último mes, situándose entre 38% y 42% según sondeos conocidos este miércoles, su piso desde que asumió en marzo, en medio de un complicado programa de reformas.

Dos sondeos, de la privada encuestadora Adimark, y del Centro de Estudios Públicos (CEP), mostraron una sostenida baja en el respaldo a la mandataria socialista que asumió un segundo periodo presidencial el pasado 11 de marzo.

El sondeo de Adimark le otorgó un respaldo de 42%, una caída de tres puntos porcentuales respecto a octubre. La desaprobación, en tanto, llegó al 52%, es decir, 10 puntos por arriba de la aprobación a su gestión.

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El sondeo del CEP, el más reputado del país, constató por su parte una caída de 12 puntos de respaldo frente a la última medición de agosto, alcanzando una aprobación de 38%. La desaprobación, en tanto, llegó a 43%, un salto de 14 puntos frente a la anterior medición.

De acuerdo al CEP, el actual nivel de aprobación y desaprobación de Bachelet "coincide con el peor momento de su primer mandato", entre 2006 y 2010, según dijo Ricardo González, coordinador del área de opinión pública del CEP.

Bachelet, pediatra de profesión, se impuso en segunda vuelta presidencial con 63% de los votos, asumiendo en marzo su segundo mandato bajo la promesa de poner en marcha una ambiciosa reforma educacional para acabar con el modelo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), exigido en las calles por miles de estudiantes.

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Pero el trámite de la reforma ha sido más complejo de lo esperado, por una férrea oposición de la derecha, tensiones al interior de la alianza de Gobierno y un tibio respaldo en las calles.

"La presidenta no ha sido capaz de convencer a la gente de que estas reformas son positivas y necesarias. Hay un porcentaje de la población que mira con dudas y aprehensiones estas reformas", dice a la AFP el analista de la Universidad Adolfo Ibáñez, Max Colodro.

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Como punto de partida para acabar con un sistema educacional al extremo segregador y en su mayoría en manos privadas, Bachelet envió tres proyectos de ley que buscan acabar con el lucro en la educación, la selección de estudiantes y el copago que realizan los padres a escuelas privadas que reciben recursos del Estado.

Los tres proyectos ya fueron aprobados por los diputados y ahora deben verse en el Senado, donde se anticipa una ardua batalla, sobre todo por el futuro de las escuelas subvencionadas, donde acude casi un 60% de los escolares chilenos.

Estos colegios, que no obtienen mejores indicadores de calidad que los públicos, se han convertido en una importante fuente de negocios para sus dueños. La reforma busca prohibir el retiro de utilidades, por lo que varios establecimiento podrían cerrar, una posibilidad que despierta gran temor en los padres.

Todavía la reforma no toca a la educación universitaria, en la que Bachelet prometió la gratuidad universal en un plazo de seis años.

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"Estamos llevando a cabo cambios cuyos efectos no son inmediatos, pero estamos convencidos que una vez que estos cambios se implementen van a ser valorados de manera significativa por la ciudadanía", comentó a periodistas el portavoz oficial Álvaro Elizalde.

El ambicioso programas de reformas de Bachelet se desarrolla en un momento en que la economía enfrenta una fase de desaceleración, con una expansión estimada en torno al 2% en 2014, por una caída en las inversiones y en el valor internacional del cobre, su principal exportación.

Los sondeos "son un reflejo de un momento económico complejo que estamos superando y de un mes difícil en que ha fallado la provisión de servicios básicos que afectan la vida de las personas", agregó Elizalde, sobre dos fallas masivas en el transporte público de la capital durante el mes de noviembre.

La reforma tributaria aprobada a mitad de año -para recaudar unos 8.300 millones de dólares anuales que serán destinados a financiar los cambios a la educación- es señalada también como un factor que pudo contribuir a la desaceleración económica.