Todo es posible en Durán. Por ejemplo, el recordado José Lino Maquilón Rojas, conocido como Papa Lino, quien murió en 1984 luego de trabajar por años en la empresa de ferrocarriles, sigue “vivito”, “coleando” y “cuenteando”.

Es lo que dice Carlos Morán de la S, duraneño de 63 años, en su libro Papa Lino Palangano. “En mi novela lo mantengo vivo y ahora tiene 117 años. A muchas personas les he dicho ‘él vive todavía’ y quieren ir a tomarle fotos”, comenta.

Carlos desde que conoció a Papa Lino quedó atrapado por ese hombre que contaba historias entre reales y fantásticas, tomaduras de pelo –papalinadas– en las reuniones de ferroviarios, en tertulias de parques, en velorios de niños –en los que no había que estar triste– y adultos, y en festivos salones.

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“Yo lo conocí, era un cholo trigueño de baja de estatura –manifiesta como invocándolo–. Siempre con sombrero y leva negra. El único día que vestía de blanco con medias coloradas era cuando iba a cobrar su pensión de jubilado y se metía a El Rancho y gastaba sus pocos sucres...”, recuerda Carlos.

Esa tarde evoca una de las tantas historias que Papa Lino contaba. “Cuando se jubiló, viajó a Quito tras su cheque y regresó en un avión que funcionaba a leña, pero cerca de Durán la nave se queda sin combustible e iba a estrellarse contra el cerro de las Cabras, entonces él les quitó las muletas de palo a dos pasajeros cojos y las lanzó en la caldera y gracias a ese combustible, el avión no se estrelló...”, dice con jocosidad.

Carlos Morán, aparte de memorista de Durán, fue futbolista del club Ferroviarios.

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Las paredes de su casa están decoradas con antiguas fotografías de su pueblo. De niño fue marcado por el tren de la Nariz del Diablo, por las mareas de los ríos Daule y Babahoyo, por la misma Durán, que él recuerda como ciudad de solo ocho calles y 4.000 habitantes y que ahora es poblada por 450.000 personas.

En esa ciudad pequeña, todas las familias llegaron tras el tren, se quedaron y conocían entre sí. Todo joven aspiraba a jugar basquetbol o fútbol. Carlos Morán no fue la excepción.

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Destacó defendiendo los intereses del club. Tanto que en 1975 hasta este año trabajó en escuelas donde un profesor se encarga de los seis cursos. Como escritor, es autor del Calendario Histórico de Durán.

Al son del pasillo Cristo de Oro, interpretado por Fausto Huayamabe, conocido como el Cantor del Pueblo, Carlos asegura que Huayamabe es uno de los hijos de Durán más destacado. “Muchos consideran que fue mejor cantante que Julio Jaramillo”, comenta.

Pero su personaje real y héroe de la novela que escribe es Papa Lino, un guayaquileño nacido en 1897, que se afincó en Durán en 1926 cuando ingresó como cuadrillero en la empresa de ferrocarriles. Él murió en 1984.

Yo nací en María Piedad, un barrio marginal lleno de mayeles, unas plantas que los niños les quitábamos las ramas y las hacíamos caballo...”.Carlos Morán Docente jubilado, exfutbolista y memorista de Durán