Cuando María Inés Iza, miembro del grupo folclórico Chimborazo, colocó la escultura de la Virgen del Quinche en el altar que ocupará en la parroquia hispanoamericana Nuestra Señora de la Merced en Madrid una lluvia de aplausos acompañados de sollozos se instaló durante más de cinco minutos en el templo. La instantánea puso fin a la ceremonia de entronización, que arrancó a primera hora de la tarde con una procesión alrededor de la iglesia ubicada en el barrio de Tetuán, morada de miles de inmigrantes latinoamericanos.

En la eucaristía, el párroco Alejandro Fernández Barrajón hizo un repaso a la historia de la escultura que Diego de Robles trabajó en el siglo XVI. El artista la entregó a los indios oyacachis hasta que en 1604 se ordenó su traslado al poblado del Quinche, de donde tomó su nombre.

La réplica que, según contó el sacerdote, trasladó desde Ecuador el embajador Miguel Calahorrano permanecerá a un costado de la parroquia considerada patrimonio artístico de la ciudad por su personalidad arquitectónica, única en Madrid. "Una Virgen más que cuidar", señalaba María González, septuagenaria vecina del barrio.

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Fernández Barrajón reconoce que "la basílica desde sus inicio, en 1950, quiso ser un punto de encuentro de los hermanos latinoamericanos. Ese fue el deseo de su constructor, el padre Saavedra. Con la fiesta religiosa de hoy empezamos a recuperar esa vocación original".

Esta es la tercera escultura de la advocación en Madrid. En las iglesias de San Lorenzo y San Francisco Javier también se han organizado en estos días liturgias en honor a la Virgen del Quinche.