La panga llega a 0,8 millas náuticas de la costa de Palmar después de navegar 10 minutos. Es mediodía del jueves 20 y el sol pega fuerte sobre los tres pescadores a bordo. Miguel Muñoz, quien dirige la faena, da la orden de detener la embarcación cerca de una de las boyas que forman una línea.

Con el fuerte vaivén de las olas, Muñoz y sus compañeros sumergen los brazos en el mar y comienzan a subir al bote una especie de jaula cilíndrica de diez pisos. A medida que sale a la superficie, el agua despoja parte de la arena que cubre el cesto y deja ver las ostras que hay en su interior.

Diego Franco retira el primer forro del bolso, al que llaman linterna, y descose un lado de la jaula para sacar con habilidad las casi 30 ostras que hay por cada nivel. La mayor parte tiene una talla de 8 cm, aunque encuentra ejemplares de 12 cm que separa para reproducción. En 15 minutos terminan la labor y van hacia otra boya, separada dos metros, para retirar más ostras y completar el pedido de 1.000 unidades.

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La recolección es parte de la primera cosecha de ostras crassostrea gigas que se sembraron en diciembre bajo un sistema de cultivo suspendido en el mar. A diferencia de la variedad común, esta ostra de origen asiático tiene una forma más curvada, estrecha y su sabor es más fuerte al paladar.

En esta comuna, que pertenece a Santa Elena, se distribuyeron 220.271 unidades de semillas de esa especie, en cinco líneas de producción, cada una con decenas de bolsas para criar y engordar el molusco.

Diecisiete miembros de la Fundación Neo Juventud de la Cooperativa Horizontes de Palmar están involucrados en este proyecto, que impulsa el Viceministerio de Acuacultura y Pesca. La entidad financió el montaje del sistema.

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Los comuneros facilitan las embarcaciones para supervisar semanalmente el manejo y mantenimiento del cultivo. Tres mujeres realizan la contabilidad y las notas de pedidos, mientras que los hombres limpian y empacan el producto

Al momento, los pescadores han cosechado 3.421 unidades de ostras de la primera línea de producción, que han comercializado entre $ 0,35 y $ 0,50 por unidad. Y aspiran a recoger otras 8.000 de ese lote.

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Muñoz cuenta que han despachado ostras al Club de la Unión, a la comunidad de coreanos en Guayaquil y a un distribuidor de la avenida Samborondón. “Queremos seguir con el cultivo”, dice entusiasmado.

Roberto Jiménez, de la Dirección de Políticas y Ordenamiento Acuícola de la Subsecretaría de Acuacultura, explica que las características oceanográficas de las costas locales permiten hacer cosechas desde los ocho meses, en relación con Chile y Australia, que lo hacen pasados los doce meses.

Comercialización
Redes

Pedidos
Para impulsar las ventas, los comuneros han creado una cuenta en Facebook (Ostras Puerto Palmar) para receptar requerimientos.

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Recursos
Para continuar el cultivo, luego de esta primera cosecha, los comuneros requieren unos $ 5.000 por línea, que incluye unas 40 linternas (jaulas).