Caminar por la calle Panamá, en el centro, es, desde ayer, una oportunidad para redescubrir pasajes del Guayaquil antiguo.

A la altura de la calle Loja, un hombre de estatura mediana que usa una gorra y prendas remendadas se ha congelado en el tiempo. Empuña un madero de un metro de largo que lo sostiene con la ayuda de su hombro. En cada extremo del palo cuelgan dos atados de cangrejos, tradicional crustáceo que forma parte del menú típico de los habitantes de la ciudad.

A pesar de ser una estatua de resina de tipo bronce crea la ilusión de que este personaje solo tomó un descanso para distraerse con el paisaje de entonces y con la esperanza de vender la captura del día.

Publicidad

Allí, el camino está adoquinado. Después de casi año y medio de trabajos de regeneración urbana, esta arteria de circulación vehicular se redujo prácticamente a tres metros.

Unas bolas de cemento son parte del ornato y a la vez crean una división entre el paso de automotores y el área de peatones, que ahora tiene más espacio para transitar, unos diez metros aproximadamente.

En Panamá y Tomás Martínez surge otro personaje que se rehúsa a morir en el Guayaquil actual. Con un periódico en la mano derecha y con la ayuda de la mano izquierda como tratando de elevar su voz, un canillita de unos doce años vocea las noticias del día.

Publicidad

En el Guayaquil antiguo, en esta zona, existían terraplenes para secar las pepas de cacao, principal producto de exportación en 1800, incluso a pocos metros había muelles de donde partía la mercancía.

Justamente cerca de ahí, en Panamá e Imbabura, se están expropiando los terrenos donde actualmente se levantan dos casas. La vivienda de la acera norte –que tiene fachada antigua– será refaccionada y allí, según el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, se realizarán funciones de teatro. El personero inauguró ayer la obra.

Publicidad

Mientras, en la edificación de la acera sur, se readecuarán las instalaciones que albergarán un museo dedicado a la “pepa de oro”, el cacao.

La caminata por la calle Panamá tiene más atractivos. El fútbol también tiene su espacio. La figura del recordado jugador del Barcelona Sporting Club y goleador del Peñarol de Uruguay y de la selección del Ecuador, Alberto Spencer Herrera, lo muestra lleno de vida en su etapa más fructífera.

Los rasgos de un treintañero resaltan en su estatua. Su mirada fija hacia arriba –como si mirase a la hinchada de la platea más alta– contagia al peatón que busca conocer qué es lo que le entretiene en el horizonte. Quizás avizorando la construcción de las Swiss Towers, las que serán las edificaciones más altas de la urbe porteña en 2017.

A pocos metros de esta intersección, el sonido de los pitos provenientes del tránsito vehicular parecen no desconcentrar a un pequeño betunero de unos diez años. La escultura, de la que se ha cuidado hasta el mínimo detalle de las facciones, recrea esa labor que en estos días la ejecutan solo algunos adultos en las calles céntricas de la ciudad, lugares concurridos por ejecutivos.

Publicidad

En Panamá y Roca se ubica la efigie del primer presidente ecuatoriano, Vicente Rocafuerte. Tal cual, noble y gallardo.

En esta zona el tendido eléctrico y de otros servicios ya quedaron relegados al pasado. Ahora están bajo el pavimento.