Vecinos y autoridades de localidades en las zonas costeras de Nueva York y Nueva Jersey hacen balance este miércoles de la recuperación de la supertormenta Sandy, en su segundo aniversario.

La tormenta devastó la línea de costa en octubre de 2012, causando catastróficas inundaciones en Nueva York y ciudades de Nueva Jersey como Hoboken y Jersey City.

Sandy causó al menos 182 muertes y 65.000 millones de dólares en daños en Estados Unidos.

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Kathy y Mark Michaels se refugiaron en el altillo de su casa de Long Beach cuando la supertormenta Sandy convirtió las calles en canales, arrasó con el icónico paseo marítimo y derribó los postes del tendido eléctrico. Mientras titilaban las luces de las patrulleras policiales en medio de ráfagas huracanadas, el hedor de la combustión de los edificios en llamas saturaba el aire.

"Yo estaba muy preocupada de que se nos cayera el techo encima", dijo Kathy Michaels. "Estábamos tomados de la mano y pensábamos que podría ser nuestra última noche sobre la Tierra".

La mujer de 60 años ha probado antidepresivos, sicoterapia y terapia de grupo para lidiar con su trauma. Ahora ha vuelto a su casa, pero dice que algo ha cambiado en ella para siempre.

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"Una no quiere que episodios como este te dejen marcada, pero creo que nunca seré la misma", afirmó. "Nunca seré sicológicamente la misma".

Las autoridades de la salud del estado de Nueva York calculan que unos 700.000 residentes experimentan todavía problemas mentales a causa de la tormenta, que se desencadenó el 29 de octubre del 2012. Las autoridades de Nueva Jersey no tienen un cálculo, pero en los 15 meses posteriores a la tormenta el estado apoyó un programa de salud mental para casos de desastre que atendió a 500.000 personas.

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"Es un tipo de estrés acumulativo que ha incidido sobre mucha gente", afirmó Renee Burawki, directora de la Oficina de Recuperación de Sandy en la división de Nueva Jersey de los servicios de salud mental y adicciones.

El estrés se manifiesta de diferentes modos, tal como los niños que evitan las duchas porque les recuerda la lluvia. A veces es un pronóstico de mal tiempo.

"Me deja traumatizada", afirmó Connie Livolsi, de Long Beach. "Nunca estuve tan asustada. Ya no me siento segura nunca".

Mientras más rápidamente se busque ayuda, más rápida será la recuperación. La Asociación de Salud Mental de la ciudad de Nueva York lanzó un programa la semana pasada de alivio al estrés causado por Sandy. Ofrece acceso a asesores y recursos para hacer frente a la ansiedad, el abuso de drogas y alcohol y otros problemas. El programa es gratuito y disponible en inglés y español. Su título en inglés es "Help: Sandy Stress Relief".

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El objetivo es brindar a la gente recuerdos para poder resistir mejor ante futuros traumas, dijo la vicepresidenta ejecutiva de la asociación, Kathryn M. Salisbury.

"Albergue, seguridad y necesidades básicas son las cuestiones a resolver antes de empezar a buscar ayuda para los problemas emocionales", admitió.

El doctor Kerry Symon, director del programa de respuesta a la aflicción por desastres del Sistema de Enfermeros Visitantes de Nueva York, dijo que su agencia trabaja con 450 clientes en la región por medio de programas de 10 semanas que enseña modificación del comportamiento y técnicas de relajación.

La sicoterapeuta Laurie Nadel, cuya casa también se inundó, ha organizado dos grupos de apoyo en Long Beach, y las reuniones se han concentrado en el trauma y el modo de superarlo.

Reconstrucción

Dos años después de la tormenta se ven signos concretos de las nuevas protecciones más duras, desde un rompeolas casi terminado que protege dos golpeadas localidades de Nueva Jersey a un muelle de Long Island reconstruido para servir de muro de contención. Nuevos sistemas contra inundaciones protegen una central eléctrica que Sandy dejó fuera de servicio, sumiendo a miles de personas de Manhattan en la oscuridad. Algunas viviendas son ahora más altas, mientras que otros edificios lucen barreras ante inundaciones.

Muchos proyectos previstos están aún a años de su final y algunas ideas siguen en estudio. Miles de propietarios esperan ayudas para reparaciones, en ocasiones con medidas para hacer sus viviendas más seguras. Algunos intentos de recomprar casas propensas a las inundaciones en las zonas más afectadas se han encontrado sin propietarios dispuestos a vender. Y en toda la costa, un intrincado tapiz de protecciones de distintas instituciones deja a unas zonas más vulnerables que otras.