Recorrió las afueras de Río de Janeiro y Belo Horizonte así como las zonas rurales de otras ciudades brasileñas. Resaltó en más de una ocasión sus programas sociales como el de Bolsa Familia (bonos para los más pobres) y los planes de construcción de casas populares. Y en la recta final de su campaña se acentuó la participación de su padrino político, el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, llamado por sus simpatizantes como el “eterno presidente”.

Ese fue parte del trajín que lideró la candidata y presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Su campaña para la segunda vuelta estuvo dirigida a convencer al electorado, que hoy acude a las urnas, por la continuidad en el poder de mano del Partido de los Trabajadores (PT), fundado por Lula, y las desventajas que, según ella, enfrentarían si se deciden por su contendor Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Las acusaciones mutuas, las denuncias de corrupción y hasta las ofensas personales marcaron esta guerra por los votos, en menos de un mes, que no solo se evidenció en los discursos de ambos candidatos en los mítines, sino que se extendió en las propagandas, redes sociales, debates televisados y entrevistas radiales.

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Los dos, que recibieron 10 minutos en televisión todos los días para mostrar sus propuestas, fueron sancionados con menos tiempo por la autoridad electoral por los ataques en las últimas transmisiones.

En cada debate la candidata bombardeó a Neves, nieto de Tancredo Neves (presidente electo que falleció antes de asumir en 1985), exdiputado y senador. Lo acusó de nepotismo por emplear a su hermana cuando fue gobernador en Minas Gerais (2010) y de no someterse en el 2011 a un test para determinar si conducía bajo los efectos del alcohol.

Lula, uno de los políticos más populares de Brasil, también arremetió contra Neves. Lo tildó como un “hijito de papá”, en referencia a su acomodada situación económica.

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Neves contraatacó a Rousseff. La tachó de “mentirosa”, “connivente” con millonarios desvíos de dinero en la estatal Petrobras, blanco de denuncias de sobreprecios en contratos para financiar al PT y de sobornar a legisladores aliados.

En esta segunda vuelta Neves cuenta con el respaldo de Marina Silva, que quedó tercera al obtener el 21 % de votos. El pasado miércoles ella apareció por primera vez en una propaganda de televisión pidiendo al pueblo que voten por él.

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En los últimos debates, según analistas, hubo más críticas que detalles sobre sus programas económicos, un tema de interés de los electores. La necesidad de ajustes ha sido reconocida incluso por la presidenta, al anunciar la salida del ministro de Hacienda, Guido Mantega, quien comandó la economía en los últimos ocho años, desde el pasado gobierno de Lula.

Neves sostiene que la situación económica del país supone una “herencia perversa” para el próximo gobierno. Ya anunció que su ministro de Hacienda será Arminio Fraga, quien coincide con Neves en la necesidad de dictar un ajuste en la política económica, cuyos principales objetivos serán hacer que converjan los índices de inflación a la meta central del 4,5 % anual (hoy al 6,5 %) y reactivar el crecimiento económico.

La credibilidad de los sondeos en Brasil ha sido cuestionada en las elecciones de este año. Investigaciones menores pronosticaron resultados con hasta 20 puntos porcentuales de diferencia en la misma semana e incluso grandes encuestadoras fracasaron al anticipar solo un 21 % de intención de voto para Neves en la primera vuelta del 5 de octubre. Finalmente desplazó a Marina Silva, favorita en las encuestas, y pasó a segunda vuelta con 33,55 %.

Una encuesta publicada ayer por la pequeña compañía MDA señalaba a Neves con un 45,3 % de apoyo frente al 44,7 % de la presidenta. Un día antes Datafolha informó que Rousseff registraba un 53 % de las intenciones de voto y Neves un 47 %. Ibope, en tanto, otorgaba ocho puntos de ventaja a la presidenta con 54 % contra 46 % para el socialdemócrata. Y la encuesta de Sensus mostró a Neves con 54,6 % de las intenciones de votos y a Rousseff con 45,4 %.

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Hasta el martes pasado, la Bolsa de Sao Paulo y el real registraron fuertes bajas tras la divulgación de dos encuestas que confirmaban la ventaja de votos de Rousseff (52 %) frente a Neves (48 %). José Francisco Lima Gonçalves, economista jefe del Banco Fator, dice que la reacción de los mercados era previsible. “Los inversionistas creen que, en caso de una victoria (de la presidenta), no habrá reformas fuertes, y que el compromiso con la política fiscal y la inflación empeorará”, comenta el economista Eduardo Velho, de la gestora de recursos Invx Global, al diario Folha.

El socialdemócrata es el candidato favorito de los empresarios y los mercados que critican el intervencionismo económico del gobierno de Rousseff y el estancamiento de la economía con una elevada inflación.