Tres madres y un estudiante que estuvo detenido por las protestas del 18 de septiembre pasado se encadenaron este jueves a los barrotes de las puertas de ingreso del colegio Mejía (centro de Quito)  para exigir que sus autoridades no expulsen a más de un centenar de jóvenes que enfrentan procesos disciplinarios y que no pueden recibir clases hasta que se emita una resolución.

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Mery Portero, una de las madres encadenada, lamentó que a su hijo lo mantengan detenido en el Centro de Detención Provisional (CDP), acusado de dañar bienes ajenos porque dijo que el día de la protesta él estaba en clases por la noche y lo llevaron al salir.

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El estudiante Carlos López, quien también se puso las cadenas, detalló las supuestas agresiones que recibieron de miembros de la Policía durante las protestas en los alrededores del colegio y dijo que sus afirmaciones las confirman los partes médicos de la Cruz Roja.

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Una veintena de familiares de estos estudiantes llevaron pancartas al colegio exigiendo la liberación de los once estudiantes que continúan detenidos en el CDP, pero la subsecretaria de Educación, Francisca Herdoíza, pidió que bajaran las pancartas y mostró su disposición al diálogo.