Emanuel tiene 16 años y Noemí 14. Son hermanos. Los dos viven en la misma casa, pero atados con cadenas a las estructuras de sus camas.

Hace cinco días sus padres decidieron encadenar a la menor, y hace dos, a su hermano. Ambos tienen un problema en común: consumen varias drogas desde hace un año.

Patricio C. y su esposa, Abigaíl V., dicen sentirse impotentes. Quieren ayudar a sus hijos y no encuentran la forma correcta de hacerlo, por lo que se les ocurrió amarrarlos para que no salgan a la calle a consumir.

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En una casa de cemento, de piso de tierra, ubicada en el sur de Guayaquil, la pareja vive con sus dos hijos. En una de las dos habitaciones, Noemí ha pasado estos cinco días ansiosa, nerviosa, callada y buscando la forma de cortar las cadenas que la atan a la cama, cuenta su padre.

“En una declaración que dio a la Policía, ella acepta que consume varias clases de drogas, pero, asimismo, dice que quiere cambiar y dejarlas”, sostiene.

Patricio indica que otro de los motivos por los que ató a su hija es que siempre se va de la casa y que la recupera con la ayuda de la Policía en zonas como Monte Sinaí o Balerio Estacio, en el noroeste de la urbe, vendiendo caramelos y en compañía de hombres extraños.

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“Ya no podemos hacer nada. Se nos ha ido de la casa unas 17 veces. Estoy totalmente desesperado porque temo que algo le llegue a pasar a mi hija”, dice.

Los problemas, dice Abigaíl, aumentaron cuando descubrieron que Emanuel era quien le proveía del alcaloide a su hermana. “Nosotros sospechamos que él proveía a la niña, por eso también lo encadenamos el martes pasado”, manifiesta, y añade que su hijo ha sido amenazado de muerte por microtraficantes. “Pedimos de favor que nos ayuden porque la verdad es que ya no podemos verlos así, encadenados”.

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Patricio, quien es pintor, recuerda que desde que conoció que sus hijos consumen drogas ha cancelado varios contratos para ayudarlos. Señala que en la Fiscalía derivaron a su hija a la Dirección Provincial de Salud para que le brinden acogimiento provisional y las autoridades de esta institución la enviaron a un centro de salud, en el suburbio, donde ingresó el jueves pasado y escapó al siguiente día.

“Ella quiere salir de esto, pero la droga la tiene atada. Nosotros solo pedimos que nuestros hijos tengan una verdadera rehabilitación”, sostuvo.

El caso de Emanuel y Noemí es el tercero que se registra en Guayaquil desde el pasado lunes. Ese día una adolescente de 17 años fue rescatada por la Policía después de que recibieron una denuncia de que el padre la había encadenado para que no consuma droga.

La menor fue internada en el hospital Guayaquil y ayer el Ministerio de Salud tenía previsto llevarla a Quito, donde funciona el único centro especializado en tratamiento para personas con consumo problemático de alcohol y otras drogas (Cetad).

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El martes, en cambio, una madre contó que su hijo de 15 años se escapó de casa cuando en su desesperación pretendía atarlo para que no se drogue.

Ministerio
Adicciones

Proyecto
El Ministerio de Salud informó que hasta el 2015 abrirá en todo el país al menos nueve centros especializados para tratar a personas con problemas de alcohol y droga.

Centro
En Quito funciona el único centro con capacidad para 400 camas, y en Guayaquil se adecúa uno de 90 camas en el hospital Alfredo Valenzuela.