Los yihadistas están en la mira de las redes sociales, empeñadas en aplicar con severidad políticas que prohíben la difusión de imágenes crueles y sangrientas, como las decapitaciones o la exhibición de los rehenes por parte de la agrupación ultrarradical.

"Revisamos todos los contenidos que contradigan nuestras reglas, que prohíben las amenazas violentas y todo aquéllo que vaya en contra de la ley", dijo la red social Twitter a la AFP.

El éxito del grupo Estado Islámico en la difusión de su propaganda en redes sociales como Twitter y YouTube ha aumentado las comunidades dedicadas a la vigilancia y el reporte de publicaciones que puedan violar las reglas de estos sitios.

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Twitter, cuya sede está en California (oeste de Estados Unidos), eliminó en agosto todas las fotografías y videos de la decapitación del periodista estadounidense James Foley, que había sido divulgada en internet por los yihadistas.

"Nosotros hemos suspendido y continuaremos suspendiendo las cuentas que hagan referencia a estas imágenes horribles", había indicado el jefe ejecutivo de Twitter, Dick Costolo.

Por su parte, YouTube retiró los videos de su sitio dado que sus reglas prohíben "contenidos violentos o sangrientos que buscan principalmente ser chocantes, sensacionalistas e irrespetuosos".

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Su política, difundida en su sitio web, es de "no cruzar la línea roja" y pide a la comunidad on line "no publicar cosas malas".

"Apoyamos la libertad de expresión y defendemos el derecho de todos a expresar puntos de vista críticos", señala Google en su plataforma de video. "Pero prohibimos el discurso del odio", aclara.

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Un video del rehén británico John Cantlie fue divulgado el jueves en YouTube, pero un día después fue reemplazado por un mensaje indicando que la grabación había sido eliminada debido a que contenido violaba las reglas de sitio web.

No obstante, el video se podía ver en otras cuentas de la plataforma, confirmando el hecho de que estos contenidos pueden volver a publicarse pese a las prohibiciones.

Haciendo un 'click' sobre el ícono de una bandera, los usuarios de YouTube pueden marcar los contenidos que consideren violentos, repulsivos o promuevan el odio.

Según YouTube, los controles son constantes y dan especial prioridad a los sitios ligados con grupos extremistas.

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La única excepción es para el material con contenido violento publicado por las agencias de noticias, casi como haría una cadena de televisión, que no quiere hacerse portavoz de una organización extremista, pero cuyos periodistas reportan los eventos brutales.

YouTube también eliminó las cuentas vinculadas con "organizaciones terroristas extranjeras" o hagan publicaciones en su nombre.

De su lado, la red social Facebook prohibió utilizar su sitio a las agrupaciones extremistas, incluso si prometen publicar algo inofensivo como su canción favorita.

"Nosotros no permitimos a grupos terroristas, como el EI, usar nuestro sitio, y no permitimos que ninguna persona o grupo promueva el terrorismo o comparta contenido gráfico con propósitos sádicos", dijo el viernes Facebook en respuesta a una pregunta de la AFP.

"Esta ha sido nuestra política por más de cinco años y la tomamos muy en serio", añadió esta red social, que creó un equipo especializado que usa herramientas automáticas para buscar cuentas asociadas con "grupos terroristas".

Las redes sociales están ante el desafío de equilibrar entre la libertad de expresión, la actualidad noticiosa y el no convertirse en herramientas de los grupos extremistas que promueven el odio.

"Esto es delicado", reconoce Emma Llanso, directora del proyecto Libertad de Expresión del Centro para la Democracia y Tecnología en Washington. "Todas las plataformas pueden mejorar, no es una ciencia exacta", afirmó.

Es vital que estas plataformas pongan en marcha políticas y dejen claro a sus usuarios qué tipo de contenidos serán eliminados, añadió Llanso.

De momento, las redes sociales logran aplicar sus reglas ante contenidos del EI, que destaca por su hábil uso de Internet para divulgar sus mensajes y reclutar militantes.

"Hay una respuesta clara frente a estos videos, pero no puede hablarse de represión", expresó Llanso.

Por el contrario, algunos analistas en inteligencia estiman que sería más interesante dejar a estas agrupaciones radicales publicar sus contenidos para tener más pistas sobre sus actividades, seguidores y sus identidades.