A tres días del referéndum separatista en Escocia y ante 800 seguidores conservadores, el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, recordó ayer que irse significa quedarse “sin libra, sin pasaporte británico, sin pensiones británicas”.

“Mi deber es ser muy claro sobre las consecuencias de una victoria del Sí”, dijo Cameron durante su última visita a Escocia antes del plebiscito.

La independencia, explicó: “Significaría que dejamos de compartir la misma moneda”, significaría que “se rompen las fuerzas armadas que tantos siglos compartimos”, o que “no se podrán cruzar tan fácilmente las fronteras”.

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En tanto, el jefe de gobierno escocés y líder de la campaña independentista, Alex Salmond, volvió ayer a acusar a Cameron de orquestar la respuesta adversa de las grandes empresas a la posibilidad de la independencia.

Josh Earnest, portavoz de la Casa Blanca, dijo que la independencia de Escocia es un asunto que compete a los escoceses, pero reconoció que EE.UU. prefiere que el Reino Unido siga siendo “fuerte, sólido, unido y un socio eficaz”.

Mientras, miles de personas manifestaron por el No en la plaza Trafalgar de Londres.