Una cascada significativa de cargas tributarias de los productos más nocivos, como el tabaco; y de las categorías menos dañinas, como los alimentos considerados “comida chatarra”, se evidencia en varios países del mundo, según un estudio realizado por Leon Pieters, consultor líder de Deloitte para los Países Bajos.

El estudio indica que la fijación de impuestos obedecería a la creciente preocupación de los gobiernos por la salud pública, aunque por otra parte, señala que el déficit fiscal sin precedentes está obligando a muchos gobiernos a explorar esta opción para generar ingresos.

Entre los últimos casos, el estudio cita a Dinamarca que en el 2010 aumentó los impuestos en un 25 % en alimentos y bebidas “poco saludables”.

Publicidad

También Hungría en septiembre del 2011 presentó un impuesto a los alimentos altos en grasa, sal y azúcar.

Los impuestos a los alimentos “poco saludables” también están siendo discutidos activamente en muchos otros países, incluyendo el Reino Unido. En Estados Unidos se podría agregar el 30 % al costo promedio de refrescos. Pieters concluye que las empresas de bienes de consumo están cada vez más preocupadas por estas medidas que harán que sus productos se encarezcan.