Cualquier persona que permanezca cerca de un niño puede confirmar la frase "son como una esponja, que absorbe, que aprende todo rápidamente". Pero esa cualidad natural de absorber conocimientos puede verse obstaculizada por la pobreza.

En el Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2014, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre otros temas, se resalta la importancia de construir cimientos sólidos en la primera infancia (hasta los 5 años) para romper el ciclo generacional de la pobreza.

Este apartado se cita a otra investigación, del 2007, donde se expone que en Ecuador los niños pobres ya se encuentran en desventaja respecto al vocabulario a la edad de seis años.

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La población mundial de niños menores de 5 años asciende a 659 millones (9,1% del total), y es la oportunidad para cimentar y obtener ventajas en la resolución de la desigualdad precoz y lograr un desarrollo social y económico inclusivo y sostenible, detalla el informe.

La pobreza, un obstáculo en el aprendizaje

Para quien desea aprender no hay obstáculos, cita el refrán popular, pero aunque la perseverancia sea una virtud digna de elogio, las estadísticas y análisis demuestran que la pobreza sí representa una gran barrera en el aprendizaje infantil y en el desarrollo socioeconómico de generación.

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Gráfico tomado del Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2014, del PNUD.

En los países en desarrollo, donde vive el 92% de los niños, 7 de cada 100 no superarán los 5 años; 50 no constarán en los registros de nacimiento; 68 no recibirán educación en la primera infancia; 17 nunca se matricularán en la escuela primera; 30 sufrirán retraso en el crecimiento y 25 vivirán en la pobreza.

Más de uno de cada cinco niños de estos países vive en la pobreza absoluta y es vulnerable a la malnutrición. En los países en vías de desarrollo, entre ellos Ecuador, cerca de 156 millones de niños presentan un retraso en el crecimiento a consecuencia de la desnutrición y las infecciones, según el informe. La desnutrición contribuye al 35% de las muertes por sarampión, malaria, neumonía y diarrea.

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Una alimentación inadecuada, deficientes instalaciones de saneamiento e higiene que aumentan el riesgo de infecciones y retrasos en el crecimiento, son consecuencias de la pobreza.

Las huellas de la infancia que persiguen al adulto

Atención médica básica, nutrición adecuada, crianza y estimulación en un entorno de cariño durante la primera infancia ayudan a asegurar el progreso de los niños en la escuela primaria, la continuación a la secundaria y una satisfactoria transición a la edad adulta e incorporación a la fuerza laboral, según el PNUD.

Gráfico tomado del Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2014, del PNUD.

"Lo que ocurre en los primeros años de vida afecta al desarrollo de los circuitos del cerebro, las interacciones genético-ambientales y la programación de los sistemas inmunológico, neurológico y endocrino del cuerpo".

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El documento menciona que diferentes estudios de Nueva Zelanda y Estados Unidos relacionan el abuso infantil y otras adversidades (privación socioeconómica, negligencia en los cuidados y la crianza severa o cruel) con una serie de problemas de salud, entre ellos la arteriopatía coronaria, la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, la obesidad y el cáncer; así como problemas mentales y de comportamiento, como la depresión, el alcoholismo, el tabaquismo y el abuso de sustancias.

También hay estímulos que no se cotizan en dinero

En el caso de los niños que sobreviven, la pobreza y la desnutrición durante los años de preescolar son responsables de la posterior pérdida de más de dos cursos escolares. Incluso a la edad de 6 años, o en el momento de empezar el colegio, un niño pobre pueden encontrarse ya en desventaja, asegura la investigación publicada en el sitio web del PNUD.

Gráfico tomado del Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2014, del PNUD.

"Las carencias en las habilidades empiezan pronto", afirma la investigación, y argumenta las habilidades verbales de niños de distintos entornos socioeconómicos se diferencian marcadamente ya a los 36 meses y que esta brecha es muy evidente hasta los nueve años. Además, se dice que el aprendizaje de los niños de entornos pobres es más lento cuando sus padres han recibido poca educación.

"Una buena interacción entre los adultos y el niño en los primeros años constituye un estímulo esencial para el desarrollo del cerebro y no depende necesariamente del dinero. De hecho, la comunicación de los padres con los hijos y su sensibilidad a las necesidades emocionales de estos últimos pueden limitar los efectos de un nivel socioeconómico más bajo en el desarrollo cognitivo y socioemocional del niño", asegura el organismo internacional.