En una vivienda humilde ubicada en la comunidad de Quinchuquí en Otavalo, provincia de Imbabura, una familia no tiene información sobre su hijo de 15 años desde hace un año.

En el 2012, el menor fue llevado por una pareja de otavaleños desde ese sector hasta Santiago de Chile, donde le pagarían $ 50 dólares mensuales por vender artesanías. Sin embargo, desde hace un año no reciben el dinero ni tienen noticias del adolescente, por lo que buscan que regrese al país.

Los padres del joven son sordomudos y no trabajan; J. P. (19 años), la segunda de los hermanos, se encarga de los gastos de su familia. “A mis papás no les dan el bono de desarrollo humano, pese a que mi hermano mayor también es discapacitado. La casa que vivimos es prestada y por eso mi hermano se fue a trabajar cuando tenía 13 años”, detalló la joven, que no podía contener el llanto mientras pedía ayuda para que su hermano pueda volver a casa.

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Hace pocos días las autoridades chilenas comunicaron a Ecuador sobre una denuncia de un vecino del menor. Esa persona habría indicado que el chico estaba en condición de esclavo, por lo que fue trasladado a un albergue y la pareja que supuestamente lo llevó a ese país fue privada de su libertad.

Al enterarse de esta noticia, J. P. dijo sentirse impotente porque desconoce el trámite que debe realizar para que su hermano regrese. “Los que llevaron a mi hermano pagaron solo $ 100 en estos dos años que han pasado. Yo trabajo planchando cobijas y con eso pago la luz, la comida y el agua. Pero ahora mis hermanos pequeños van a iniciar clases y aún no he reunido para comprar los útiles escolares”, lamentó.

La vivienda donde habita esta familia tiene un cuarto con tres camas y en un pequeño patio han improvisado una cocina de leña, además, han colocado una piedra junto a una manguera de agua, para lavar su ropa.

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Rafael Conejo, dirigente de Quinchuquí, señaló que en esta comunidad indígena, integrada por 480 familias, hay otros casos similares. “El objetivo es trabajar fuera del país para mejorar su situación económica”.

50 dólares mensuales le ofrecieron para que trabaje.

Me dijo que con lo que gane (el menor) y con mi trabajo, íbamos a comprar un terreno para hacer una casa. Hace un año hablé por última vez con él, ahorita no sé qué estará pasando”.J. P. hermana del joven