Dos jóvenes francesas, de 15 y 17 años, fueron capturadas por una red de seguridad que las autoridades utilizan para ubicar a ciudadanos que pretenden viajar a otros países para unirse a las guerras emprendidas por diversos grupos islámicos.

Esta acción es un ejemplo de la manera como Francia ha adoptado medidas judiciales contra ciudadanos que presuntamente buscan convertirse en combatientes extranjeros, incluso si tienen que abandonar suelo francés.

Miles de ciudadanos europeos han viajado a los campos de combate en Siria, sin embargo no existe un plan unificado de acción en Europa.

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Francia encabeza las acciones en Europa en la lucha contra este problema y sus redadas podrían ampliarse con una iniciativa de ley que permitiría la confiscación de los pasaportes de quienes presuntamente desean combatir en Siria o Irak, y crearía nuevas medidas para enjuiciar a los aspirantes a yihadistas (combatientes islámicos) o a quienes regresen de esos conflictos.

Francia también tiene previsto sumarse a otros países europeos en el bloqueo del acceso a páginas en internet que promuevan la causa de la yihad (guerra islámica).

Toda Europa está preocupada del regreso de sus ciudadanos, ya curtidos en la guerra, que pretenden continuar su yihad en la que es su patria.

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La preocupación se ha agudizado con la decapitación del periodista estadounidense James Foley por parte de un individuo que tenía acento inglés.

El grupo que se dice llamar Estado Islámico —al que las autoridades occidentales consideran ahora como la más brutal de las organizaciones que escenifican guerras islámicas, se adjudicó esta semana el asesinato del periodista mediante la difusión del crimen en un video en internet.

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Las autoridades francesas afirman que existen unas 900 personas del país que están implicadas en la yihad, es decir que han participado en algún conflicto islámico, tienen pensado sumarse a uno, o que regresan de alguno. Decenas de ellas han perdido la vida en combate.