Cantando y divirtiéndose, monseñor José Heissenberger se despidió de sus fieles el lunes pasado. Se puso un sombrero de mariachi y también bailó con algunas feligreses. Era la fiesta que le organizaron por el retiro de su vida sacerdotal, en homenaje a su trayectoria.

Heissenberger, austriaco de 77 años, volvió a su lugar de origen después de haber servido 38 años en el país. Con aplausos y alegría los fieles rememoraron los logros del clérigo, entre los que se destaca su desempeño como Vicario de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Guayaquil, una función que le permitió fundar la Red de Dispensarios Médicos Redima.

El servicio beneficia a personas de escasos recursos económicos en las provincias del Guayas y Santa Elena.

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Aseguró que su preocupación por la falta de atención en el área de la salud comenzó cuando inició su labor religiosa en el país y se le asignó el sacerdocio en la iglesia Santa Marianita del cantón Salitre, en 1976.

El religioso también promovió iniciativas para financiar los estudios de jóvenes que tenían dificultades para continuar su formación profesional porque vivían lejos de los centros educativos.

“Yo pedía donaciones a mis amigos en Austria y a los pobladores. Motivé a los dueños de empresas y piladoras para que colaboren con los pasajes de los estudiantes para que puedan prepararse”, expresó.

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Su interés por el bienestar de los pobladores de sectores rurales lo llevó, además, a crear una cooperativa de ahorro y crédito y un grupo de defensa de los derechos de las mujeres.

En una de las instalaciones de Redima, en la calle Venezuela y Tulcán, a uno de los pisos donde se atiende a pacientes con VIH se le puso el nombre del sacerdote. En el sitio, en su honor, se colocó un cuadro con su fotografía junto a otro del papa Francisco.

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“Siempre que estemos aquí, vendremos a verlo a él. Él siempre será nuestro amigo, hermano y pastor”, manifestó una de las fieles que asistió a la ceremonia de despedida.