Otra tradición revolucionaria fue hecha a un lado en Cuba: una diputada votó "no" en el parlamento. Y no fue cualquier diputada, sino Mariela Castro, la hija del presidente Raúl Castro y sobrina de Fidel Castro, quien levantó su mano para rechazar en la Asamblea del Poder Popular, el órgano legislativo, el proyecto de Código de Trabajo, pues sentía que no iba lo suficientemente lejos como para evitar la discriminación de las personas con identidades de género no convencionales o a los enfermos con VIH.

La votación se produjo en diciembre pasado a puertas cerradas y recién en julio un grupo activistas por la diversidad sexual comenzó a desarrollar paulatinamente una campaña que sacó finalmente a la luz la actitud de Castro.

Ninguna persona consultada por la AP recuerda que un legislador del foro, cuyo pleno de 612 diputados se reúne dos veces al año para aprobar las leyes elaborados por un puñado de funcionarios y que luego son discutidas en los miles de centros de trabajo, de estudio o vecinales, hubiera rechazado de plano una norma, las cuales suelen ser votadas por unanimidad.

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"Es la primera vez, sin duda", dijo a la AP el ex diplomático y académico cubano Carlos Alzugaray, quien recordó por ejemplo una ley de seguridad social que, pese a ser bastante rechazada en los debates en la población, pues aumentaba la edad jubilatoria, no obtuvo ningún voto en contra en la Asamblea.

Según Arturo López-Levy, analista y economista isleño que se desempeña como investigador en la Universidad de Denver, el sufragio de Castro, una reconocida sexóloga y ella misma activista por los derechos gay, en contra de una ley presentada en la Asamblea --debatida durante meses en las bases-- es "muy muy inusual" y podría ser un anticipo de una mayor dinámica legislativa incluso a partir de iniciativas de los propios diputados de cara a una política de reformas económicas impulsadas por Raúl Castro en la isla.

"Creo que se trata de un acto auténtico de la sociedad civil cubana", dijo López-Levy.