(Actualizado a las 18:30)

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, dijo este jueves en su segunda investidura que la paz exige "sacrificios de todos" y aseguró que el país seguirá avanzando "con o sin las FARC" en la búsqueda de una agenda de justicia social, fortalecimiento de la democracia y lucha contra el narcotráfico.

Santos recordó que Colombia está en la fase final de las conversaciones de paz con las FARC y que esa instancia es "la más difícil y más exigente" y por tanto "va a exigir sacrificios de todos nosotros. Y sobre todo, va a exigir decisiones".

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El mandatario reafirmó su convicción de que en el centro de las discusiones de paz con las FARC que se desarrollan en La Habana deben estar las víctimas del conflicto, un primer grupo de las cuales hablará ante las partes en Cuba el próximo 16 de agosto.

Según el presidente, el Gobierno dio "un paso muy importante" en ese sentido con la Ley de Víctimas que entró en vigor en 2012, pero explicó que lo "crucial" es poner fin al conflicto para garantizar que "no haya más víctimas".

"Hay que mostrar disposición real de contar la verdad; de esclarecer qué pasó y por qué; de participar en procesos de reparación, y de encontrar una fórmula de justicia que sea aceptable para las víctimas y para el pueblo colombiano", señaló Santos.

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Y dijo que esa "disposición" es la que deben demostrar las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), con la que su Gobierno mantiene diálogos "exploratorios" para iniciar un proceso de paz y dijo esperar que esa guerrilla "pronto dé el paso definitivo".

El presidente, que hoy asumió para el periodo 2014-2018, hizo referencia también a las críticas que ha recibido el proceso de paz con las FARC de parte de sectores que consideran que desembocará en la impunidad total de los crímenes cometidos por la guerrilla.

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"La justicia que resulte de este proceso no será una justicia perfecta. No. ¡Pero tendrá que ser una justicia honesta!", enfatizó.

Al reafirmar que "la paz exige que todos pongan algo de su parte", enfatizó en que los grupos alzados en armas "tendrán que comenzar -sin rodeos- su proceso de dejación de armas y reincorporación a la vida civil".

Juramento

La ceremonia de posesión de Santos comenzó a las 15:00 locales, en el Patio de Núñez, situado entre el Congreso y la Casa de Nariño (palacio de gobierno), centro de Bogotá.

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"Juro a Dios y prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia", dijo el político de centroderecha, que ganó con el 50,6% de los votos y el apoyo de la izquierda.

"Todos unidos queremos la paz, porque Colombia quiere paz", cantaban niños vestidos de blanco mientras Santos y su familia avanzaban poco antes por la alfombra roja hacia la tarima principal.

Cientos de invitados, entre ellos los presidentes de Ecuador, Rafael Correa y de México, Enrique Peña Nieto, y el rey emérito de España, Juan Carlos I, seguían el acto en un ambiente adornado con banderas gigantes de Colombia, bajo paraguas blancos para protegerse del fuerte sol, que salió tras una llovizna pertinaz.

Entre los ausentes destacaba el jefe de Estado venezolano, Nicolás Maduro, quien ha dado su respaldo a Santos en su empeño por la paz, pero canceló a última hora su asistencia.

Tampoco estaba presente el exmentor de Santos, el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), actual senador, quien acudió al inicio de la sesión de juramento en el Congreso, pero se retiró junto a su bancada antes de la aparición de Santos, aduciendo "abusos de poder" y la presencia de representantes de Maduro.

"La bancada del Centro Democrático no participa en la toma de juramento del presidente de la República, doctor Juan Manuel Santos Calderón, por los abusos de poder en su elección y por la asistencia de representantes de Nicolás Maduro", dijo Uribe a periodistas luego de abandonar el recinto.

Convertido en el principal opositor al gobierno de Santos y al proceso de paz que éste adelanta desde noviembre de 2012 con la guerrilla de las FARC, Uribe afirmó que "el gobierno de Venezuela ha protegido la permanencia de narcoterroristas colombianos" en ese país.

Santos, electo por primera vez hace cuatro años tras liderar la mayor ofensiva contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas), cuando era ministro de Defensa de Uribe, devino en el gran impulsor de las negociaciones de paz con esa guerrilla, la principal del país con unos 8.000 combatientes.

Además de las conversaciones con las FARC, que tienen lugar en Cuba, Santos anunció, poco antes de su reelección el 15 de junio, el inicio de diálogos exploratorios tendientes a la pacificación del Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevaristas), segundo grupo rebelde de Colombia con 2.500 miembros.

La paz es la mayor obsesión de este economista liberal formado en Londres y promotor de acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, Asia y Europa, pues está convencido de que acabar con la guerra interna permitirá una mayor inversión social en un país donde más de 32% de sus 47,7 millones de habitantes es pobre.

A sus casi 63 años, que cumplirá el domingo, Santos no sólo aspira a sellar un histórico fin de la violencia en Colombia, sino a ser el presidente que acortó la brecha social.

Santos no está solo en su cruzada. Lo respalda su flamante vicepresidente, Germán Vargas Lleras, y muchos líderes regionales y mundiales. Y aunque en el ámbito legislativo está Uribe, el más férreo opositor al proceso de La Habana, para quien pactar con los guerrilleros sólo traerá impunidad, Santos también cuenta con mayorías parlamentarias.

"En el Congreso a partir de hoy empezaremos a sacar adelante la legislatura de la paz", dijo el presidente de ese cuerpo, José David Name, tras imponerle la banda presidencial.

Últimos ataques

En los últimos días la guerrilla realizó ataques que causaron la muerte de civiles y daños ambientales y a la infraestructura, lo que motivó una advertencia de Santos. "Están jugando con candela", dijo.

Las conversaciones de paz se adelantan sin un cese del fuego, que según Santos podría fortalecer a los rebeldes.

En paralelo a la pacificación, Santos deberá atender otros temas urgentes para superar la desigualdad en Colombia, que atraviesa quizás el mejor momento económico de su historia - cerró 2013 con un crecimiento de 4,7% -, pero tiene pendientes reformas en salud, educación y justicia, además de cambios en su sistema político que exige la oposición.