“¿Quieres casarte conmigo? Lidi y Milo, desde el 03/11/12 hasta la eternidad, amor eterno”. Es la inscripción grabada en los cuatro lados de un candado colocado el 15 de marzo de este año en uno de los cables de seguridad de la baranda sur del Malecón del Salado, a pocos metros del puente 5 de Junio.

No es el único. Veintisiete enamorados han sellado su amor a través de candados, de todo tamaño, a lo largo del puente, en ambos sentidos. Unos les pintan corazones rojos y las iniciales de la pareja; otros están sin inscripción y, algunos, hasta oxidados.

El candado simboliza una promesa de amor en la novela romántica Tengo ganas de ti, del escritor italiano Federico Moccia. En la obra, publicada en el 2006, los protagonistas hacen un pacto al cerrar un candado con las iniciales de ambos en la baranda del puente romano Milvio, para luego arrojar la llave al río Tíber como metáfora de eternidad.

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Esta práctica se ha multiplicado en varios puentes y farolas italianos y ha trascendido hasta países como Francia (París), España, Lituania, Hungría, entre otros.

Y a Guayaquil también llegó esta práctica europea, aunque se desconoce cuándo empezó. El candado más antiguo, según las inscripciones, sería el que dice: Sarita y Dieguito, del 14 de febrero de este año, y el último en colocarse podría ser el de JS y JE, que tiene fecha 29 de julio de este año.

“Paola y Roger, te amo”, “Leonela Estefanía, te amo, L y P”, “A y Y”, “M y A” y “J y C” son otras de las parejas que manifestaron su amor con este detalle, que para muchos les resulta romántico.

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“No me he dado cuenta de los candados, pero me parece un gesto lindo y romántico. Ahora que lo sé ya estoy pensando en poner uno con mi pareja, porque estoy segura de que él es el amor de mi vida. Con él, Carlos Barrezueta, tengo nueve años de relación y una hija”, expresa Gabriela Morán, estudiante de la Universidad de Guayaquil.

Pedro y Gabriela, otra pareja de enamorados con un mes de relación, también lo harían, pero a futuro. “Es un nuevo detalle para decir cuánto quieres a tu pareja, yo creo que sí lo haría cuando estuviera segura del amor que sentimos”, dice la joven universitaria, quien tampoco había visto los candados.

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Así como ellas, otros peatones que circulan por el paso cotidianamente no se han percatado de los cerrojos a lo largo del puente. El piso de madera está siendo reemplazado por madera plástica –elaborada con plástico reciclado– desde hace cerca de tres semanas. En quince días aproximadamente concluirán estos trabajos.

Para Wilfrido Matamoros, gerente de la Fundación Siglo XXI, la colocación de los candados en los cables metálicos de las barandas del puente, en ambos sentidos, no es un problema para el ornato de la ciudad.

Esto, siempre y cuando no se exceda con esta “moda”, ya que el cableado no está diseñado para soportar peso, indica. El detalle, asegura, le parece interesante y novedoso.