Ser payaso es una labor muy seria. Hay que recrearse permanentemente, renovar el cosmético, el vestuario y los chistes, afirma "Satincito", mientras por un momento deja asomar la cara del guatemalteco William Carrillo desde el fondo de una densa capa de maquillaje.

Tiene 47 años, de los cuales ha dedicado 27 a hacer reír a un público diverso; lleva un sombrero de marinero y la típica nariz roja de los payasos, pero hoy está concentrado en aprender.

"Satincito" o Carrillo es uno de los 250 participantes en el VI Congreso Latinoamericano de Payasos, que se realiza en Guatemala, interesados en mejorar sus técnicas.

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"Tenemos la necesidad de capacitarnos porque el público se cansa de lo mismo. Hay que buscar nuevo maquillaje, nuevo vestuario, chistes...", comentó 'Satincito' a la AFP.

Actualmente, su principal actividad es amenizar fiestas infantiles, una ocupación bastante inocua, pero hubo un tiempo en que hacer reír implicaba para él un riesgo mucho mayor.

Junto a su compañero de muchos años, "Riquilín" (ya fallecido), Satincito recorrió cuarteles y campamentos guerrilleros durante los tiempos del conflicto armado interno que duró 30 años (1960-1996) y dejó 200.000 víctimas entre muertos y desaparecidos, según la ONU.

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"Tuvimos que prestarle el servicio (cómico) a los dos bandos. El payaso tiene ese privilegio de no tener una bandera, es universal, no tiene religión o un concepto político", aseguró el comediante, quien está consciente de "haber jugado con fuego".

Carrillo intenta seguir hablando de su experiencia pero el bullicio y los aplausos de sus compañeros, que se presentan en un concurso sobre entretenimiento para niños, no le permiten continuar.

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Talleres de maquillaje, pintura, malabares, magia, organización de fiestas de cumpleaños y otras celebraciones, todo está incluido en el Congreso de cinco días, que pretende mejorar las técnicas humorísticas.

"La idea del evento es compartir, reír y aprender y el lema es que el payaso no se pinta la cara sino que se maquilla el alma", dijo a la AFP Mario Solórzano, uno de los coordinadores de la actividad.

Solórzano, también conocido como "Remachito", señaló que en Guatemala y en la mayoría de los países de la región, no existen escuelas específicas para preparar a los payasos, por lo que este tipo de eventos buscan que el payaso se profesionalice.

Entre los cursos de capacitación que se imparten en el Congreso están los de técnica de rutina, improvisación y expresión corporal, que "es la parte esencial del payaso", mencionó a la AFP César Carbajo, un cómico peruano radicado en Costa Rica.

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"Cada día se debe estar evolucionando", afirmó Carbajo o payaso 'Torrejita', quien cuenta con 38 años de experiencia en el arte de hacer reír y considera que "cada día se debe estar evolucionando".

"Vengo de una familia de circo y quiero seguir el legado", expresó Armando Guevara, de 25 años, un payaso nicaragüense que lleva una cicatriz en la frente, resultado de un golpe accidental que sufrió en una piñata infantil.

Según estimaciones de los promotores del congreso, en Guatemala trabajan unos 6.000 payasos, de los cuales el 25% son mujeres.

A pesar del bajo número de mujeres en el mundo de los payasos, existen jóvenes guatemaltecas como Paola García (Fresita), de 25 años, que combina su labor como maestra de preescolar en una escuela pública con su pasión por la comedia y el maquillaje.

Ataviada con un vestido rojo y puntos blancos, Fresita indicó que "una payasa es un símbolo maternal para los niños pequeños" e incluso utiliza su indumentaria y su rutina para que los infantes aprendan palabras por medio de recursos didácticos.

"Del congreso nos llevamos muchos conocimientos y tenemos que poner en práctica todo lo que venimos a aprender", puntualizó.