La confianza y seguridad que proyecta, sumado al trato cordial y respetuoso que brinda son las cualidades que más les gusta a sus clientes y que son las responsables de la popularidad que tiene en el sector Rodrigo Valle, preparador físico personal del gimnasio Flex de La Piazza, con 26 años en la actividad.

“Rodry, como le decimos, es más que un entrenador, él se ha convertido en mi consejero”, dice Silvia Ponce, ex presentadora de televisión, que se entrena con él desde hace ocho años.

Tiene 42 años y nació en Cali, Colombia. Llegó al Ecuador cuando tenía 10 años debido a una oferta de trabajo que le salió a su padre.

Publicidad

Su vínculo con el deporte surgió por las ganas de mejorar su cuerpo. “Yo tenía un primo mayor al que veía como mi hermano y él era muy flaco, igual a mí de adolescente; entró al gimnasio y pocos meses después vi el cambio, ya se notaban sus músculos; entonces de una quise ejercitarme para lograr lo mismo”, recuerda Rodrigo. Otro factor que aportó a su interés por hacer ejercicio fue el entorno en el que creció. Desde su llegada a Guayaquil, él junto a sus padres y tres hermanas se establecieron en Sauces. “Este era un barrio muy atípico porque todos los chicos contemporáneos practicaban algún deporte, como era el caso de Flor María Palomeque, mi vecina, y esto incrementó mis ganas de siempre estar entrenando”.

En el colegio, Academia Naval Almirante Illingworth, jugaba fútbol y perteneció a la selección de básquet. Cuando tenía 19 años surgió la oportunidad de trabajar en un gimnasio. “Un amigo me pidió que lo reemplazara un tiempo en Miriam’s Gym, y a pesar de que no tenía experiencia como instructor, no la desaproveché”, recuerda.

En ese gimnasio estuvo cuatro años, ya que cuando su amigo regresó, el gimnasio de todas formas lo contrató como entrenador de planta. Luego trabajó en algunos gimnasios como Gold’s Gym, Nautilus, y actualmente lleva cinco años en el Flex. Paralelamente, mientras trabajaba en gimnasios entrenó, durante un tiempo, a varias personas a domicilio. Actualmente entrena a unas 40 personas, a las que concentra en el gimnasio Flex.

Publicidad

“Tengo algunos clientes que llevan conmigo más de cinco años, otros más de diez, y eso es lo que hace la diferencia, el vínculo de amistad que logro con ellos ha hecho que me gane su confianza”, dice con orgullo. “Además de la confianza que inspira como persona, como profesional me atrevería a decir que es el mejor. Sigue a diario mis procesos, está pendiente de mí, sabe mucho de nutrición y eso es básico para complementar un buen entrenamiento, Rodry es un superentrenador”, manifiesta Silvia.

Fue en este mismo ambiente deportivo en el que conoció a su esposa, Alexandra Villamar, también es preparadora física. Con ella tiene diez años de matrimonio y dos hijas: Alexa, de 9 años, y Keyra, de 7, quienes a pesar de su corta edad practican una rutina de ejercicios diariamente en casa.

Publicidad

En su hogar mantiene el mismo esquema de vida. Todos hacen ejercicio, llevan una dieta sana y rigurosa y disfrutan de actividades al aire libre. Como proyectos a futuro quiere estudiar en la universidad IHP de Miami, Estados Unidos, y reforzar sus conocimientos en fitness, además no descarta la posibilidad de participar en un triatlón.

Dicen de él Es un persona súper cordial, trabajadora y respetuosa, muy empeñosa y dedicada en su trabajo. Es buen amigo, apasionado por lo que hace”.Oswaldo Rodríguez Compañero de trabajo