Con 23 años de labores en el centro comercial Policentro, Víctor Castro es el empleado más antiguo de lugar que se abrió el 25 de julio de 1979, en la ciudadela Kennedy.

De hablar pausado y apariencia sencilla, Víctor cuenta, con suma humildad, que llegó desde su natal Balzar hace 25 años en compañía de su esposa, Matilde Pinto, y dos de sus tres hijas, que en ese entonces tenían 1 y 2 años (la última aún no nacía). Relata que buscando el porvenir de su familia su esposa le sugirió que dejaran sus labores de agricultura en su cantón de origen para dedicarse a otras actividades en Guayaquil.

“Fue por la situación, porque digamos que yo trabajaba dos días y el resto pasaba sin trabajar”, sostuvo.

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Con el apoyo de su familia política llegaron a Durán, donde recibieron alojamiento por un tiempo, hasta cuando pudieron alquilar un departamento.

“Nos quedamos donde unos familiares de mi esposa y gracias a Dios conseguí trabajo rápido como guardia, en Sauces 2, pero no sabía qué pasaría después”, comenta el trabajador de 55 años. Su esposa Matilde laboraba como empleada del hogar.

Así, luego de dos años y gracias a la recomendación de un amigo, que en aquel entonces trabajaba en el desaparecido restaurante El Dólar, en el Policentro, Víctor ingresó en el área de mantenimiento del centro comercial.

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“Me designaron primero al área de terrazas para tapar goteras y arreglar las filtraciones que había en el invierno, aunque sinceramente no tenía mucha experiencia porque siempre estuve dedicado a la agricultura, pero tocó aprender”, expresa, refiriéndose a las variadas actividades que le tocó desempeñar en el área de mantenimiento a la que fue asignado y donde permanece hasta ahora.

“Siempre ha habido un gasfitero, electricista, albañil, entonces mis compañeros que estaban cuando entré me enseñaron al principio o aunque sea viendo aprendía, y ahora a mí me toca ayudar cuando hay alguien nuevo como yo lo fui alguna vez”, indica.

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En el Policentro son ocho las personas que trabajan para esta área que está a cargo del ingeniero Fernando Rodhen, desde hace quince años. “Él (Víctor) ha sabido mantener su trabajo por tantos años debido a su dedicación, porque no ha tenido ningún problema que afecte a su labor”, expresa Rodhen, quien habla de lo importante que es para un centro comercial de tantos años contar con talento humano dispuesto a desempeñar muy bien su labor, sobre todo en el mantenimiento y cuidado.

Rodhen explica que es necesario potencializar los conocimientos de cada uno de estos trabajadores para poder ubicarlos más en ciertas áreas que en otras. En el caso de Víctor, debido a la experiencia, la parte operativa de todo el centro comercial es su fuerte.

“Por obvias razones, ellos no pueden hacer todo, pero están a cargo de supervisar los trabajos de los contratistas”, puntualiza el ingeniero Rodhen.

Víctor cuenta que diariamente tiene que levantarse muy temprano para llegar a las 07:00 a su sitio de labores, desde su casa, ubicada en Mapasingue.

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La mayor parte del tiempo lo pasa en la sala de generadores, que está situada en el área 21, parte externa posterior del Policentro.

Desde ahí, Víctor debe acudir al llamado en cualquiera de los 124 locales que necesiten algún arreglo de gasfitería, electricidad, pintura, entre otros.

Recuerdos
A través de los años señala que ha sido testigo de los cambios que ha tenido este centro comercial, que en el 2012 remodeló sus ambientes, amplió sus patios de comidas y readecuó el segundo piso y el parqueadero.

“Cuando yo entré todavía estaban los Policines y a veces tocaba trabajar ahí también. Ha cambiado mucho en todos estos años”, menciona Víctor, recordando los cines que funcionaron hasta el año 1994, según referencias de Rodhen.

Sobre su ocupación, asegura que para él nada es difícil cuando se propone conseguirlo, sobre todo cuando se siente muy cómodo haciendo su trabajo. “Depende de uno mismo, del comportamiento, no soy de las personas que busca hacer problema, soy humilde”, refiere el trabajador como las razones para conservar su puesto por tantos años.

El buen trato con los clientes y dueños de los locales, considera Víctor, son las claves para no tener problemas, pese a que asegura que muchas personas pueden ser un poco difíciles, pero que en ese caso su buen humor y paciencia predominan para poder tolerarlos.

“Es bien colaborador, si tiene que quedarse hasta más tarde lo hace, siempre anda en todos lados”, comenta Denisse Cárdenas, funcionaria del departamento de Marketing.

Mientras tanto, Víctor espera seguir en el Policentro, como él manifiesta: “Hasta que Dios me dé vida”. Dice sentirse agradecido de permanecer en un mismo lugar por tantos años y que agradece a este trabajo por haber podido construir su casa y sustentar a su familia. “Solo espero jubilarme aquí”.

Dicen de él “Nunca hemos tenido ningún problema grave con él. Es un buen empleado que ha sabido cuidar y mantener su trabajo”.Fernando Rodhen Jefe