El nuevo líder de la oposición en España, el socialista Pedro Sánchez, instó este domingo a su partido a conquistar el poder perdido en 2011 y a "poner España en marcha una vez más", durante su discurso de investidura como nuevo secretario general.

España, sumida en seis años de crisis económica, es actualmente "un país hastiado, indignado y herido", aseguró Sánchez entre aplausos de los 3.000 delegados del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) reunidos en Madrid en un congreso extraordinario.

Este diputado de 42 años, hasta hace poco desconocido para el gran público, se impuso hace algunas semana por su carisma y su discurso positivo como jefe de filas de un partido en horas bajas, visto como responsable de la gestión de la crisis económica en España tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008.

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Sánchez citó la "educación pública", la "sanidad pública", el matrimonio homosexual o la ley del aborto, que el gobernante Partido Popular (conservador) quiere limitar, al reivindicar la herencia de sus predecesores socialistas Felipe González, presidente del gobierno de 1982 a 1996, y José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011).

Aunque las primarias abiertas para decidir al candidato socialista a la presidencia del gobierno en las elecciones legislativas de 2015 aún no se celebraron, Sánchez ya presentó un ambicioso programa, en el que prometió "modernizar" un país "castigado por una crisis económica sin fin", "alejado de sus instituciones", "que corre el riesgo de quedarse en el vagón de cola de la globalización".

Para salir de la crisis económica y social, el nuevo secretario general pidió a los socialistas ponerse "manos a la obra para construir una España mejor", "donde el parado tenga garantizada una prestación social", donde se erradique "de una vez por todas el terrorismo machista", "donde los jóvenes encuentren trabajo a los 20 y no a los 30" años.

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Sánchez prometió además luchar contra el fraude fiscal y publicar cada trimestre las cuentas de su partido.

De este manera, el nuevo líder socialista responde a las pequeñas formaciones de izquierda que han ganado terreno en España desde 2011, cuando la crisis económica y la multiplicación de los casos de corrupción han implicado una pérdida de confianza en las dos grandes formaciones políticas del país, PP y PSOE.

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Pedro Sánchez sucede al frente del partido socialista a Alfredo Pérez Rubalcaba, quien dimitió el día después de las elecciones europeas del 25 de mayo, marcadas por la derrota de los dos grandes partidos tradicionales.