Un poblado pequeño, sin servicios básicos, con calles sin lastrar, llenas de lodo, casas de caña y madera, rodeado de frondosos árboles y de astilleros en las riberas del río Guayas. Esa es la visión de la Perla del Pacífico que guardan en su memoria tres orgullosos guayaquileños que han visto el crecimiento de la urbe desde su niñez y durante un centenario.

Clara Bruno de Piana, José Mirabá Murillo y Dolores Brocell Brocell han sido testigos de los cambios. Ellos están en un privilegiado grupo de guayaquileños que han llegado a 100 años o más, donde el 0,02% son hombres y 0,01%, mujeres, según el censo de población y vivienda 2010 del INEC.

Desde el malecón Simón Bolívar, a orillas del río, ellos dicen que no se imaginaron ver el crecimiento y progreso que ha tenido la ciudad en los últimos años, los altos edificios, parques, centros comerciales, viaductos y el desarrollo inmobiliario de la urbe.

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El transporte eran las mulas, el agua llegaba en barriles, cocinaban con leña y la luz provenía de candiles que se colocaban en árboles para iluminar un poco el barrio, coinciden.

Para ellos, tanto antes como ahora, Guayaquil sigue teniendo su encanto: su gente. “Gente amable, solidaria, amiguera y luchadora. Somos madera de guerrero”, dice sonriente Clara, quien al concluir esta frase pregunta ¿si o no, amigos?, refiriéndose a José y Dolores. Ellos respondieron, al unísono, sí.

Clara, de padres italianos, afirma que su distracción en la infancia y juventud era comer frutas, según la temporada, como mango y chirimoya, al pie del manso Guayas y bajo la sombra de un cedro.

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Dolores disfrutaba jugar a la ruleta y otros juegos de azar que se asentaban en el parque Centenario. También acudía a shows musicales en un sitio llamado American Park.

Ella y Dolores también recuerdan el machismo de la época. “Era un pecado que la mujer estudie o trabaje”, dice Clara, quien demostró el carácter rebelde y luchador de los guayaquileños al pertenecer a la primera generación de mujeres que cursaron sus estudios primarios en La Inmaculada. Se graduaron cuatro y la segunda promoción fueron 46, pero once años después, sostiene.

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También fue la primera mujer en trabajar en el ámbito empresarial, lo hizo como contadora, a los 19 años, en El Pailón (fábrica de productos de madera). Ahí laboró José en su juventud y por 20 años, luego se dedicó al oficio de su padre, la zapatería. Y aunque ambos no se recordaban, ellos compartieron sus experiencias de cómo llegaban los troncos de madera, en canoas, por el río.

Dolores, vestida de celeste y blanco por las fiestas julianas, comenta que en su casa la criaron para ser ama de casa, por eso jamás laboró. Pero su deseo de estudiar y superarse se lo transmitió a sus dos hijos, quienes son profesionales.

Clara, en cambio, hizo lo que se propuso, fue una empresaria y apostó en la producción de aceites, margarina y jabones, que en esa época (en los años 50, 60, 70) se importaban, fomentando el desarrollo agroindustrial de la ciudad.

Ella creció en las calles Chile y Gómez Rendón; José, en Gómez Rendón y Villavicencio; y Dolores, en el cerro Santa Ana. Luego migraron a otros sectores: Clara, al barrio Centenario y después a una urbanización de la avenida Samborondón; José, a la Prosperina; y Dolores, a Guaranda y Manabí (mercado de las Cuatro Manzanas) y hace cinco años a Guayacanes.

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Y aunque hay distintos sitios turísticos en Guayaquil, los tres prefieren el Malecón Simón Bolívar, por su infraestructura y, sobre todo, el apego emocional que guardan de su infancia la fresca brisa del río Guayas.

Personajes
¿Quiénes son?

Claro Bruno de Piana
Nació el 17 de noviembre de 1913. Laboró hasta los 90 años en empresas y en la fundación Múnera, la cual da becas educativas. Ella ha recibido 30 condecoraciones por impulsar la agroindustria. Le gusta escribir sus vivencias. Tiene 4 hijos, 14 nietos, 43 bisnietos y 1 tataranieta.

José Mirabá Murillo
Él nació el 16 de julio de 1914. A pesar de su edad, él trabaja confeccionando zapatos en su taller. Él es totalmente independiente, tiene 7 hijos, 13 nietos y 4 bisnietos.

Dolores Brocell Brocell
Ella nació el 8 de abril de 1914. A los 30 años se casó, se dedicó a ser ama de casa. Le gusta escuchar música, especialmente pasillos. Su felicidad son sus dos hijos, tres nietos y siete bisnietos.

Guayaquil es una ciudad hermosa y su gente trabajadora y solidaria... Me gusta caminar por el centro y el malecón. Aún no conozco los malls, no me llaman la atención ”.José Mirabá Murillo Guayaquileño