En una habitación de la clínica Proaño, ubicada en la ciudadela Alborada, en el norte de Guayaquil, y con la pierna izquierda inmovilizada por una fractura en la rodilla, Francisco A. se recupera del atentado criminal que sufrió el pasado jueves.

Francisco es guardia de la etapa 2C de la urbanización Metrópolis 2 y recordó que ese día dos supuestos delincuentes a bordo de un vehículo lo arrollaron cuando fueron descubiertos en actitud sospechosa.

Los sujetos se movilizaban en un auto Volkswagen celeste con techo negro, sin placa, que habría sido utilizado hace quince días para robar en otra etapa de la ciudadela, según Mercedes R., quien es parte del área administrativa del conjunto 2C.

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La víctima de ese atraco, al parecer, reconoció el carro y al ver que ingresó a la mencionada etapa, alertó a los guardias y al personal administrativo.

Enseguida acudieron hasta el sitio para corroborar la información, revisar el vehículo y tratar de impedir que los ocupantes escaparan.

Antonio M., de la directiva de propietarios, indicó que los sospechosos permanecieron alrededor de seis minutos en la ciudadela, estacionados en un redondel. No habían cometido ningún ilícito.

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No obstante, dijo que cuando el carro fue reconocido como el que usaron para robar hace dos semanas, los ocupantes, quienes habían descendido, se embarcaron y huyeron del sitio destruyendo la pluma de seguridad y la puerta metálica.

Acompañado de sus familiares, Francisco A. recordó que estaba cerrando la puerta cuando sintió el impacto del carro. “Salí volando como cinco o seis metros”, contó ayer.

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El afectado no sabe cómo los individuos ingresaron a la ciudadela, por lo que Morante y Mercedes R. presumen que le rociaron alguna sustancia.

“Si no fuera porque lo conozco y ha trabajado con nosotros varios años, dudaría y diría que es cómplice, pero no es así”, aseguró Mercedes.

Los delitos se han vuelto constantes en Metrópolis 2, según Antonio Morante, por lo que tras el hecho reciente todos los presidentes de los conjuntos se reunieron para buscar una solución al problema.

Después de la cita acordaron recoger firmas de todos los propietarios para pedir que la Policía patrulle, al menos, la vía principal de la urbanización, a la cual el acceso no es tan riguroso como en las etapas.

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