"¡Aquí los Borbones no pintan nada!", asevera Enrique Martínez, un taxista de Girona, resumiendo la mezcla de indiferencia y rechazo que inspira la monarquía española en esta hermosa ciudad catalana más preocupada por la autodeterminación que por la sucesión en el trono.

Bañada por cuatro ríos y con un barrío judío medieval lleno de enigmáticas callejuelas y casas señoriales, esta localidad de 100.000 habitantes es una de los principales polos independentistas de la región. Pero al mismo tiempo mantiene un estrecho vínculo con el futuro Felipe VI, actual príncipe de Girona.

Un título nobiliario controvertido en el seno del ayuntamiento donde la mayoría de grupos políticos se disponen a pedir a Leonor, quien se convertirá con ocho años heredera al trono de España, no utilizar este título de princesa de Girona.

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"La ciudad no se siente identificada con este título. No se trata de una manifestación de hostilidad. Simplemente no cuadra con la Girona del 2014", explica al respecto el alcalde Carles Puigdemont.

En los últimos años, el príncipe heredero ha intensificado sus visitas a la ciudad, haciendo gala de su buen dominio del catalán en sus discursos públicos y estableciendo fluidas relaciones con el mundo empresarial de Girona.

"Es una persona curiosa y con interés por lo que ocurre en Cataluña. Sobre todo se nota que está muy bien preparado. Además, es sensible y permeable ante nuevos planteamientos", lo define el presidente de la patronal de pymes en Girona, Pere Cornellà.

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A cinco meses del referéndum de autodeterminación anunciado por el presidente regional, Artur Mas, para el 9 de noviembre, la cuestión catalana parece ser de las más urgentes para el nuevo Rey tras la abdicación de su padre Juan Carlos I.

"Teniendo en cuenta su sensibilidad, como Rey podría contribuir a tender puentes entre Cataluña y España e intentar reprender el diálogo", explica Cornellà, partidario de convocar el referéndum.

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Aunque su función constitucional es meramente representativa, muchos esperan que Felipe VI ejerza su influencia sobre los dirigentes políticos que tienen el poder de decisión en la monarquía parlamentaria española.

"Felipe nos puede entender y puede dar la posibilidad de hacer una consulta aquí en Cataluña para desencallar de una vez por todas este tema", opina el presidente de la Cámara de Comercio de Girona, Domènec Espadaler.

Sin embargo, entre las adoquinadas calles medievales de Girona, donde ondean numerosas banderas independentistas colgadas en balcones y ventanas, Felipe de Borbón inspira una mezcla de indiferencia y rechazo.

"Para mí la monarquía española resulta algo muy distante. El debate aquí ya es otro: independencia sí o no", intuía Teresa Gasulla, docente universitaria de 48 años.

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"No creo nada en la monarquía. Me siento catalana e independentista. Por lo tanto yo solo quiero irnos de este país y que hagan lo que quieran con su rey", asevera Blanca Lorman, una estudiante de medicina de 21 años.

Incluso el nombre despierta recelos entre algunas personas que recuerdan que fue el rey Felipe V de Borbón quien en 1714, tras la guerra de Sucesión española, abolió la autonomía de la que gozaba Cataluña hasta entonces.

"Tenemos en la memoria a Felipe V. Por eso desconfiamos. Pero esperamos que la libertad que perdimos con Felipe V, la recuperemos ahora con la independencia bajo el reino de Felipe VI", afirma el taxista Enrique Martínez.

Diputado del parlamento regional por la coalición nacionalista CiU, para Carles Puigdemont la sucesión monárquica no debe alterar el proceso de autodeterminación.

"El tiempo de esperar se ha terminado. ¿La sucesión puede cambiar la situación? Los milagros existen pero nuestra experiencia dice que no podemos esperar muchas propuestas", afirma el alcalde de Girona.

De hecho, la tensión no ha hecho más que aumentar desde la marcha del rey Juan Carlos, especialmente por la abstención de CiU en la votación en el Congreso español para aprobar la abdicación monárquica y las dudas sobre la ausencia de Mas en la ceremonia de coronación del 19 de junio, a la que finalmente asistirá.