En ciertos tramos de la calle Francisco Robles, afuera del mercado Caraguay, en el sur de Guayaquil, la potencia en los focos de las luminarias es débil y, por las noches, el sector se torna peligroso, afirman algunos moradores.

Antonio Carvajal, de 76 años, habitante de esta zona desde hace 13 años, cree que el barrio cobraría vida si las autoridades competentes dotaran de más iluminación en la intersección de Robles y Trujillo.

La escasa iluminación también influye en la presencia de delincuentes. Juana Silva, de 51 años, moradora de Robles y la F, sostiene que las calles son un poco más seguras para las personas de la zona, pero no para quienes transitan usualmente.

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“También sería bueno que la Policía Nacional efectuara patrullajes más seguidos por las calles aledañas a toda hora”, menciona Carvajal.

Julio Gómez señala una mejora en el alcantarillado dentro de las obras que necesita el barrio del camal, así como una constante recolección de desperdicios, que se acumulan en las veredas o las alcantarillas.

“Aquí hace falta una regeneración para que no se vea oscura la zona, que limpien los drenajes para que no se inunden con las lluvias. Aquí se vuelven piscinas las calles cuando llueve”, explica José Cuzco, trabajador del sector.

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Él manifiesta que una regeneración en la zona convertiría al barrio en parte de los atractivos turísticos de la ciudad.

Apuntes
Movimiento comercial

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Comida típica
A lo largo de la calle Francisco Robles, los vendedores ambulantes y de puestos de comida ofrecen diversidad de platos. Guatallarín, arroz con menestra y carnes, chuzos, encebollado y cebiches se encuentran desde $ 1,50.