Familiares, amigos, expresidentes, exministros, exmagistrados, líderes sociales, empresarios, sindicalistas e intelectuales asistieron al sepelio de Raúl Baca Carbo, uno de los políticos más influyentes de la tendencia socialdemócrata del país, que falleció a los 82 años aquejado por problemas respiratorios.

La despedida, celebrada ayer en el camposanto Monteolivo, fue sobria y sentida.

Figuras como los expresidentes Rodrigo Borja y Osvaldo Hurtado, el fiscal general Galo Chiriboga y el ministro coordinador de Seguridad, Fernando Cordero, acompañaron en silencio el féretro cuando fue trasladado de la sala de velaciones a la capilla ardiente.

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La misa se instaló a las 12:00 sin formalismos, pero a medida que se desarrollaba el acto religioso, policías –con trajes de parada– ingresaron al sitio, cubrieron el ataúd con la bandera del Ecuador y formaron una calle de honor. Los aplausos sonaron en la capilla.

Sus amigos prefirieron recordar su pensamiento, no su trayectoria política.

Dijeron que vivió tal como pensó, que fue un intelectual radical que mantuvo el respeto con sus oponentes porque siempre le interesó construir un país en serio, que nunca fue un timorato de la política y del poder, pero, sobre todo, que su voluntad siempre se vio en los momentos de derrota.

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Aunque su último cargo público lo ejerció en el gobierno de Lucio Gutiérrez, Baca nunca estuvo alejado de la política: hasta sus últimos días fue parte de grupos de análisis de la realidad ecuatoriana.

El fallecido político fue alcalde de Guayaquil, fue aspirante a la Presidencia y a la Vicepresidencia de la República por la Izquierda Democrática, así como presidente del Congreso Nacional y ministro de Estado.