Miles de personas se encontraron ayer en Río de Janeiro, la segunda mayor ciudad de Brasil, sin autobuses para desplazarse a sus puestos de trabajo, debido a una huelga de 24 horas de los conductores en demanda de mayores salarios.

Algunos conductores no se plegaron a la huelga y los huelguistas atacaron a pedradas y rompieron las ventanas de por lo menos 50 autobuses que circulaban por las calles en la zona oeste de la ciudad.

Los pocos autobuses en servicio fueron disputados por cientos de pasajeros y el metro y los trenes municipales tuvieron que adoptar medidas extraordinarias para cubrir el aumento de la demanda.