No tienen jefes, tampoco horarios ni sueldos fijos. Son comerciantes informales, emprendedores que iniciaron un negocio propio en casa, miembros de redes de mercadeo o que consiguen alguna labor temporal. Hoy, en el Día del Trabajo, muchos de ellos laborarán ajenos al feriado nacional.

En Guayaquil, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), de aproximadamente 1,1 millones de personas económicamente activas, el 42,2% están ocupadas en el sector formal, mientras que el 46,6% son informales y están en todos los sectores.

Luz Quiñónez, viuda, esmeraldeña de 57 años, cuida carros en Quito y 9 de Octubre. Hasta hace cuatro años fue trabajadora doméstica, pero la despidieron porque no la quisieron afiliar al Seguro Social. “Me botaron y rápido contrataron a otra a la que le pagaban menos”, asegura Quiñónez, y agrega que al trabajar cerca del Ministerio de Relaciones Laborales ha escuchado historias de despedidos. “La gente viene a llorar, dicen ‘¿cómo hago para dar de comer a mis hijos?’”, repite.

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Sentado en una vereda de Colón y Pío Montúfar, José Romero espera a alguien que requiera sus servicios de gasfitería. Describe su trabajo como ruleta. “Hay días en que no se hace nada, en otros vienen hasta diez personas, o solo cuatro”, cuenta y añade que aprendió a ahorrar para los días sin clientes.

Afirma que ganar depende del tipo de cliente. “Si es en una ciudadela privada hasta $ 200 se gana, pero si es por el sur, unos $ 15 más o menos”, dice.

En el caso de Juan Alberto Peña, de 27 años, su trabajo era un hobby hace 5 años y ahora le representa $ 800 al mes en promedio. “Había lugares donde personalizaban camisetas, pero me di cuenta de que era muy caro”, recuerda. Él tomó cursos de serigrafía y dejó su trabajo como operador de call center.

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Joe Vera está convencido de que su jefe es “la nevera vacía o el que te cobra el arriendo”. Reflexiona que el esfuerzo es lo “que incrementa la ganancia”.

Vende productos para el hogar mediante lo que se conoce como red de mercadeo, en la que las personas venden los productos de una empresa y reclutan a personas para que también los comercialicen y recibir ganancias por aquello. Era asesor de seguridad y ganaba unos $ 900, lo que no le alcanzaba “a pesar del nivel jerárquico”.

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Joselyne Borboy, de 21 años, puso una frutería en Alcedo y 6 de Marzo, con financiamiento bancario. La joven sigue la carrera de Hotelería y Turismo y aunque sus padres pagaban las pensiones, ella quería tener algo propio. Añade que divide su tiempo entre su negocio y estudios en esta rama a la que le ve mucho potencial.

1,1
MILLONES

es la cifra aproximada de personas económicamente activas en Guayaquil, según el INEC.

Todo el mundo me criticaba (...), ahora cuando tengo más trabajo estoy feliz; mientras más te esfuerzas, más ganas”.Juan Alberto Peña, diseña camisetas