Vicente Flores, de 58 años, asegura que el 31 de enero de 1985 fue trascendental en su vida y que desde esa fecha es una mejor persona.

Ese día, Flores y su hijo Juan José, hoy de 32 años, tomaron la mano de Juan Pablo II cuando llegó a Cuenca por unas horas. En esa época tenía pocos meses de trabajar en la Curia Arquidiocesana, adonde llegó el papa.

Flores, que tenía tres años de casado y a su hijo de 2, transportaba a monseñor Luis Alberto Luna, que era arzobispo de Cuenca, y al sacerdote Stanling Enríquez a los lugares en donde debían gestionar requerimientos.

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“En la curia solo había lámparas de neón, pero para Juan Pablo había que preparar bien la casa”, dice Flores. Respecto a la llegada del papa cuenta que “era como un sueño, algo imposible de que se haga verdad (...) nos sonreía y hacía bromas con una sencillez que no imaginábamos”, evoca.

Dos fotos quedan del momento en que el pontífice bendijo a Flores y a su hijo. Una de ellas las recibió Luna cuando viajó al Vaticano tres meses después.

Dice que desde ese día aprendió a perdonar y que este domingo orará durante la canonización.

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Sitios de visita
Una escultura con los brazos abiertos se creó en el parque Miraflores, en donde Juan Pablo II conversó con los jóvenes en una misa campal.

Además, una placa de bronce se grabó en la Catedral de la Inmaculada para recordar la visita de Juan Pablo II. Consta en un muro del arco central de ese lugar. En el interior, su figura tiene un puesto privilegiado en el altar mayor.

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En la antigua Casa Episcopal, en un vitral de la capilla, el escudo pontificio testifica que estuvo allí. Estatuas de menor tamaño que las de la Catedral y el parque Miraflores están en la sala episcopal y en el santuario de la Virgen del Carmen.

Guillermo Andrade, vicario de la Arquidiócesis de Cuenca, dice que para recibirlo se formó una comisión que lideró Luna.

Menciona que se organizan jornadas de oración por su canonización y recuerda que a la llegada del papa, los alrededores del aeropuerto estaban repletos de fieles que querían verlo. “Luego de saludar (...) el pontífice abordó el papamovil para ir al templete en Miraflores. Una multitud copaba el parque y la colina Yanacauri, en la que se colocó la inscripción: Tú eres Pedro”, detalla.

En su visita
Recuerdos

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Con padres enfermos
En su visita a Cuenca, Juan Pablo II se trasladó a la Catedral de la Inmaculada donde tuvo un encuentro con religiosas de clausura, sacerdotes, padres de sacerdotes enfermos y lisiados y representantes de movimientos laicales.

Un descanso
En la antigua Casa Episcopal el papa almorzó y descansó.

Con lo que viví en la visita de Juan Pablo II aprendí a no tomar todo a pecho (...). Mi hijo Juan José, el primero, nunca se olvida de pedir la bendición a Juan Pablo II”.Vicente Flores, taxista que vio a Juan Pablo II.