Recorre las calles con un traje blanco, que trata de mantener pulcro. Mártire Medina Ayoví, de 54 años, adoptó ese color como parte de su uniforme de trabajo, hace una década. Él ofrece cocada y jugo de coco en los cantones de Guayas y de otras provincias.

Se hace llamar el Doctor del Coco y sus Delicias, un apelativo que lleva grabado en la parte posterior de su camiseta blanca, y sus clientes comenzaron a identificarlo así por su particular manera de vestir.

Medina es oriundo de Borbón (Esmeraldas), pero desde hace más de dos décadas vive en la isla Trinitaria, en el sur de Guayaquil. Desde allí sale cuatro veces por semana a vender sus productos por los poblados, en una pequeña carreta azul.

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Permanece por semanas en los cantones donde sus cocadas tienen acogida. Este mes se afincó en Simón Bolívar. Allí permanece de 11:00 a 16:00. Antes estuvo en Balao, El Empalme y zonas cercanas a Quinsaloma, en Los Ríos.

Padre de cuatro hijos, Medina recuerda que aprendió a elaborar cocadas en Esmeraldas. Un amigo le enseñó, pero con el tiempo él se encargó de ir perfeccionando el sabor y la textura. Antes de dedicarse por completo a la venta de este manjar, laboraba en minas de las provincias de Loja y Azuay.

Como los ingresos no eran lo que esperaba para el esfuerzo que hacía en la minería, optó por seguir su propio negocio.

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Él prepara y selecciona los ingredientes que utiliza en la preparación de la cocada y jugos. Lo hace con cuidado para mantener la frescura y calidad.

“Yo preparo el jugo con coco, agua y azúcar, sin nada más. No le pongo leche ni esencias como otros, porque quiero que sea lo más natural y guste a los clientes”, afirma Medina, quien vende las cocadas a precios entre $ 0,50 y $ 1.

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Se siente satisfecho con el dinero que le genera su actividad, con el cual ha podido educar a sus hijos; el mayor cursa el cuarto año de la universidad y otro está en el cuartel. Los restantes están en edad escolar.

De una facilidad de palabra y carácter alegre, el Doctor del Coco afirma que escogerá cantones más próximos a Guayaquil para tener la oportunidad de congregarse en la iglesia evangélica a la que asiste. Él se considera un fiel creyente de Jesús, el que inspira sus largas jornadas por los cantones.