La Liga Árabe denunció este martes que la decisión del régimen sirio de celebrar elecciones presidenciales el 3 de junio próximo supone una violación de los compromisos contraídos por Damasco en la conferencia de Ginebra del año 2012.

En esa reunión, denominada Ginebra 1, se acordó la formación de un gobierno transitorio integrado por el régimen y la oposición, algo que la probable candidatura a los comicios del presidente sirio, Bashar al Asad, echa por tierra.

El secretario general de la organización panárabe, Nabil al Arabi, explicó en declaraciones a la prensa en El Cairo que el anuncio de las elecciones "es un paso que obstaculiza los esfuerzos para alcanzar una solución política negociada al conflicto sirio".

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Al Arabi señaló también que la convocatoria dificulta las gestiones internacionales desplegadas para reanudar las conversaciones de paz directas entre el Gobierno y la oposición sirias.

Estas negociaciones comenzaron en enero de este año pero finalizaron sin ningún acuerdo, entre otras cosas por la negativa del régimen de Damasco de abordar la formación del citado ejecutivo acordado en el 2012.

"Es imposible, desde el aspecto práctico, celebrar comicios presidenciales limpios, democráticos y transparentes en medio de la dura tragedia humanitaria y la grave escalada de las operaciones bélicas que vive el pueblo sirio", subrayó.

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El presidente del Alto Tribunal Constitucional sirio, Adnan Zraiq, anunció que el plazo para registrarse como candidato a las elecciones comenzó hoy y se extenderá hasta el 1 de mayo.

Al Asad, que lleva en el cargo desde el 17 de julio del 2000, y otras personalidades gubernamentales han dado muestras de que el actual presidente se postulará para un tercer mandato.

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La nueva ley electoral, aprobada en marzo pasado, permite por primera vez en décadas que se presenten varios candidatos a los comicios, pero los requisitos de residencia descartan a la mayoría de los opositores, que están exiliados.

La Coalición Nacional Siria (CNFROS), principal alianza política opositora, ha rechazado rotundamente los comicios, que uno de sus líderes, Monzer Akbik, calificó ayer de "teatro".

La votación se desarrollará en un país devastado por una guerra, con zonas bajo control de los rebeldes, con más de cuatro millones de refugiados internos y más de 1,6 en los países vecinos, según cifras de la ONU, y donde han muerto más de 150.000 personas en tres años de conflicto.