Miguel Ángel Bastenier, periodista español
‘García Márquez fue un señor escritor’

Gabo era el mayor escritor de periódicos que he conocido, y cuando digo escritor de periódicos quiero decir mucho más y algo muy distinto a simplemente periodista. Era, como lo fue en España en otro orden de cosas, Ortega y Gasset, el escritor que necesitaban los periódicos, que los hacía grandes con su presencia. García Márquez tenía alma de periódico y no solo de periodista. Si nos fijamos, Cien años... se puede descomponer en una sucesión de textos periodísticos pero de ficción, no porque no fueran verdad, sino porque eran otra verdad, inventada, pero no por ello menos real.

“Recuerdo que en una tertulia radiofónica en España me preguntaron, hará cosa de unos 10 años, qué pensaba de la literatura de Gabo, y respondí con una fórmula que participaba también de la ficción. García Márquez fue un señor escritor, dije, que, como otros grandes creadores de la literatura universal, Cervantes con La Mancha, Faulkner con el condado de Yoknapatawpha, descubrió un territorio propio, un continente al que podemos llamar Macondo o como prefiramos, y habiéndose posesionado de esa inmensidad territorial y oceánica hizo como que la ponía a buen recaudo para irla disfrutando a su antojo y satisfacción entusiasta de los lectores. Y cada dos o tres años abría la compuerta que comunicaba con ese mundo propio, cortaba un pedazo de aquella materia prima intransferible, le ponía un título y le llamaba novela, cuando era en realidad literatura en estado puro. La literatura insuperable del mejor escritor de periódicos que he conocido en esa media distancia, ni el cuerpo a cuerpo de la novela ni la olímpica lejanía del artículo, en la que se escriben los mejores periódicos”.

Ezequiel Martínez, periodista, presidente de la Fundación Tomás Eloy Martínez
‘Lo mejor que se puede sacar es la observación’

Lo conocí primero como periodista. Lo entrevisté en 1994, en Cartagena, para la revista dominical de diario El Clarín (foto). Era una cosa pactada para dos horas y me sorprendió con tres jornadas casi completas de su compañía, de pasear por la calle caminando junto a él. Es una experiencia indescriptible: lo que sucede a su alrededor, su contacto con la gente hasta llevarnos a recorrer la ciudad, los escenarios de su novela.

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“Me dejó una gran lección de periodismo. Él renegaba del grabador, de estar pendiente de lo que uno trae anotado porque más bien la esencia, lo mejor que se puede sacar del encuentro con un personaje o con un hecho, es la observación y estar con los ojos bien abiertos ante los detalles. Precisamente lo más rico de ese encuentro y esa entrevista salió de esos momentos informales.

“La última vez que lo vi fue en el 2010, cuando murió mi padre y un par de meses después la FNPI (Fundación para el Nuevo Periodismo en Iberoamérica) le hizo un homenaje en Cartagena de Indias, al que él asistió. De algún modo era prolongar en los hijos de Tomás Eloy Martínez (escritor argentino) su amistad durante más de cuatro décadas. Se conocieron en Buenos Aires en 1967, cuando sale Cien años de soledad en Argentina por editorial Sudamericana. Había un vínculo muy estrecho entre ellos.

“Su legado va a permanecer a través de su fundación, entre los más de 8.000 periodistas que hemos pasado por ahí”.

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Daniel Santoro, periodista argentino y maestro de la FNPI
‘Nos dijo que saliéramos a caminar las calles’

En enero de 1998 me iba a mudar de casa en Buenos Aires y en medio de eso me llamó un colombiano que yo no conocía, Jaime Abello Banfi, hoy director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericana, a invitarme a un seminario sobre cobertura de elecciones en Cartagena de Indias. Yo la verdad le estaba dando excusas porque tenía la mudanza encima, hasta que dijo la palabra mágica: ‘Va a estar García Márquez’. Entonces me olvidé de todo y acepté.

“Fue un seminario de dos o tres días. Yo pensaba que él iba a venir, iba a dar un discurso y se iba a ir, pero estuvo con nosotros todas las horas discutiendo, charlando.

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“Mantenía conversaciones hasta altas horas de la madrugada. Nos contaba chistes, anécdotas, nos reconfortaba y nos daba fuerzas para estar convencidos de que este es el mejor oficio del mundo, pese a los juicios, a los gobiernos como el de Cristina (Kirchner) o Correa (Rafael), que nos persiguen o nos presionan.

“Él siempre decía que el periodismo se basa en tres cosas: narración, investigación y ética. En el 2002, cuando gané el segundo premio de la FNPI en Monterrey (foto), teníamos muchas dudas sobre si va a morir o no el periodismo cuando arrancaba toda esta era informática, y él nos dijo que no, que saliéramos de las redacciones de América Latina a caminar las calles, a buscar las historias ocultas de los Menem, los Collor de Mello, los Fujimori. Que el trabajo de reportaje era muy parecido a la novela en cuanto a su construcción y que había que caminar porque eso va a ser irreemplazable para las tecnologías”.