Con el torso bañado en sudor, yacía en el suelo con los brazos abiertos. Su rostro, que también estaba empapado, se veía cansado y adolorido.

Una lanza estaba a punto de atravesar su pecho; manchas rojas que emulaban sangre cubrían gran parte de su cuerpo.

La multitud a su alrededor observaba conmovida. Unos oraban, cerraban los ojos y otros solo contemplaban como Jean Pierre Romero, de 19 años, revivía la escena en la que, según la Biblia, Jesucristo fue crucificado.

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Romero fue uno de los cuatro feligreses que personificaron a Jesús la mañana de ayer en las catorce estaciones de la procesión de la Esperanza, que recorrió desde las 08:30, 4 km de la vía a Daule, desde el colegio Dolores Sucre (km 6) hasta la iglesia Señor de la Divina Misericordia (km 10).

La dramatización del viacrucis bíblico es una expresión de fe católica que está tomando fuerza en varias parroquias de la urbe, como en Nuestra Señora de Czestochowa, al norte.

En ese sector, su túnica blanca estaba manchada de rojo, al igual que la calzada. Los latigazos que recibía lo hacían caer, pero él se volvía a levantar.

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Así caminó hacia el calvario un Jesús personificado por un joven feligrés de esta comunidad, durante la procesión que comenzó ayer a las 08:15. En su andar, cientos de jóvenes, parejas y familias lo acompañaron, queriendo ser partícipes de su sufrimiento.

Otro Jesús, encorvado y cansado por el peso de la cruz, daba pequeños pasos por las calles céntricas de la ciudad en la romería que partió a las 10:00 desde la Catedral de Guayaquil.

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El sonido de los latigazos estrellados en la calzada asustaba por momentos a los niños que caminaban junto a sus padres. Aunque no sabían lo que pasaba, lloraban al pensar que Jesús recibía los golpes.

“ Si tan solo nos ponemos esta cruz en nuestra mente podremos, en algún momento, llenarnos de amor”, reflexionó Orlyn Vinces, durante la representación del viacrucis, que efectuaron ayer los fieles de la iglesia Santa Isabel Madre del Precursor, de Sauces 6.

Durante el recorrido de esta romería que duró cuatro horas, Jesús, personificado por Luis Polanco, también fue azotado y cayó varias veces, pero se volvió a levantar; algunos fieles se arrodillaban y rezaban como si se trataran de azotes reales.