Abandono es la primera sensación que, según psicólogos, tienen los niños cuando sus padres los dejan solos el primer día de clases, cuando comienzan el kínder. De ahí que es recomendable conocer de qué forma los padres pueden aportar a que el proceso de adaptación sea más llevadero y sencillo para el niño.

Para Felipe Andrade, psicólogo clínico de El Diván, consultorio de Urdesa Central, las primeras semanas son claves en el periodo de transición. “Aquí el niño empieza a conocer el lugar, a familiarizarse con las maestras y demás compañeros y a adquirir seguridad de manera progresiva”, explica.

Él recomienda que por lo menos la primera semana el niño vaya acompañado de un familiar para que no sienta que está completamente solo en un sitio nuevo.

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“Es muy importante evitar que el niño se sienta abandonado porque esto genera un trauma en el infante que repercutirá de alguna forma en el futuro”, enfatiza Lía Centeno, psicóloga clínica del Centro de la voz, de Kennedy Norte.

“Esta primera separación va a hacer que llore, que se desespere y esta sensación va a desatar miedos posteriores, no es algo que se deba tomar a la ligera”, puntualiza.

La clave para los padres es mantener la calma y mostrar seguridad. “Papá y mamá deben comprender que es un proceso de cambio en el que el niño va a reflejar la actitud y emociones que ellos le transmitan, por eso es importante que lo tomen como algo natural”, aconseja Andrade. La anticipación del tema es importante. Andrade recomienda a los padres hablar con sus hijos de la experiencia en la escuela, de las actividades que realizará allá, para que el cambio no lo tome por sorpresa.

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Involucrarse es otro de los consejos de Vásquez. “Esto los hace sentirse acompañados en su nueva vivencia, así que es bueno que se le pregunte cómo les fue, qué tal son las maestras y los compañeritos, qué fue lo que más le gustó de su día, entre otras cosas, para que sientan a sus papás cerca”.

Otra recomendación es evitar la comparación. “Cada niño tiene diferente forma de ser y reaccionar, unos lloran al momento de despedirse de los padres y otros se quedan más tranquilos, pero esto no es ni malo ni bueno, simplemente cada uno reacciona diferente y los padres deben evitar compararlos con aquellos que muestran una actitud más relajada en el proceso”, dice Claudia Vásquez, psicóloga de El Diván en Urdesa Central.

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Andrade asegura que este proceso es más difícil para los niños que son hijos únicos, “porque ellos están acostumbrados a recibir toda la atención y no tienen la vivencia de ver al hermano mayor irse a la escuela, y los padres tampoco están familiarizados con el proceso porque recién lo van a vivir”, acota.

Papel de la escuela
Es importante que la ayuda hacia el niño en el proceso de adaptación al cambio también se complemente con la forma en la que la escuela involucre a los padres.

“Hay escuelas en las que hay comunicación activa entre los docentes y los padres de familia, y esto es bueno porque incluye a la familia completa en el proceso educativo y aporta a que el niño desarrolle un mejor aprendizaje”, dice Vásquez.

Centeno considera que cada centro educativo debería incluir en su rutina que los padres o un familiar del niño se quede en la escuela un rato. “Es preferible que el primer día el familiar se quede toda la mañana y que poco a poco vaya reduciendo el tiempo de permanencia en el kínder”, aconseja.

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Ella recomienda que los padres pregunten si los centros educativos que han elegido tienen esta modalidad para facilitar el proceso. Creer que es normal que los niños lloren el primer día o los primeros días es un mito. “El niño llora no por estar ahí sino porque el ver a su papá irse le representa un abandono, deja de llorar con el paso de los días porque se familiariza con la gente, pero el daño ya está hecho en cuanto a que el niño por algunas horas ha padecido un sufrimiento externo por estar sin los padres. Por eso es vital que los centros educativos tomen la iniciativa de incluir al padre”, concluye.