Madonna, la cantante estadounidense, fue la influencia de Andrea Goldbaum Smith para llegar a ser instructora de yoga. Ahora las palabras “cuerpo y mente” son parte del día a día de la propietaria de Samadhi Yoga, local ubicado en La Torre.

Es guayaquileña, de 35 años, de ascendencia alemana por parte de padre, y estadounidense por parte de madre.

Lo de Madonna se debe a que en el 2001 lanzó un disco de música sánscrita, titulado Ray of light. Entonces Andrea vivía en Miami, EE.UU., y buscaba una actividad física que le permitiera trabajar con el peso de su cuerpo. “Quería los brazos como los de ella”, dice riendo. Como no le gustaba ir al gimnasio y como de niña hizo ballet clásico, se decidió por el yoga.

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Sin saber nada del yoga, en su primera clase se enamoró de esta práctica. “Lo que me enganchó fue al final, nos relajamos sin quedarnos dormidas. Al salir de la clase yo caminaba en las nubes, era una reina de carnaval, feliz”.

Andrea define al yoga como medicina espiritual. La palabra yoga significa unión y la idea de hacer estos ejercicios es unir la mente al cuerpo. Luego decidió tomar un taller de entrenamiento para instructores en el estudio Synergy Center for Yoga & the Healing Arts, en Miami Beach. “Ahí comenzó mi aventura, a partir de eso he hecho muchos entrenamientos más en Hawái, Costa Rica, Quito, Cuenca, Nueva York. Voy siguiendo profesores”, cuenta.

En el yoga, Andrea se enfoca en terapias anatómicas, en cómo conocer el cuerpo humano, cómo alinearlo, cómo manejar lesiones y de dónde vienen. Este enfoque le ha permitido salvar a dos personas de ir a un quirófano. “A uno lo iban a operar de la rodilla porque tenía los ligamentos cruzados muy estirados y eso le daba inestabilidad, pero lo único que sucedía era que empujaba para atrás sus rodillas, así que fortalecimos cuádriceps y pantorrillas”, explica.

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Comenta que tiene dos profesores de yoga a quienes admira y con quienes ha tomado clases, Amy Ippoliti y Noah Mazé, ambos estadounidenses. “Ella tiene un entendimiento de lo terapéutico y él por su forma de enseñar”, dice.

Fue en el 2004 cuando Andrea abrió su primer estudio de yoga. “Después de haber aprendido, vine a Ecuador a visitar a mi familia y comencé a buscar dónde practicar y no había”. Primero abrió uno en el km 5 de la av. Samborondón, al lado del Tenis Club; después se cambió a Samborondon Business Center; y ahora está en La Torre.

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En Samadhi, donde en la pared principal se luce una imagen de Ganesh, uno de los dioses más conocidos y adorados del panteón hindú, imparte clases de lunes a domingo, a partir de las 06:00, y cerca de cinco horas diarias. También da clases personalizadas a domicilio.

Para Andrea, el yoga es una herramienta de meditación y todos sus conocimientos los transmite en las clases, pues durante el entrenamiento ella no practica sino que corrige postura y habla con sus alumnas. “Mis estudiantes salen de aquí nerds, porque les digo que el ligamento, que el fémur, que la cadera, y doy muchas explicaciones”, comenta riendo.

Ella también ha sido influencia para sus alumnas, entre ellas Ximena Paredes, quien comenzó tomando clases hace más de tres años, luego como instructora y ahora trabaja con Andrea en el estudio. “Todavía sigo aprendiendo de ella”.

Desde hace un año cuatro meses, Andrea también entrena crossfit para fortalecer músculos. “Es otra pasión y me conecto de otra manera, manejas tu mente de manera profunda”, asegura. Su constancia en este deporte permitió que clasificara a los Juegos Regionales de Crossfit, en Chile, en mayo, representando a su box, Maori.

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Andrea, que trabaja también en el departamento de relaciones públicas y publicidad en una compañía de seguros, tiene entre sus metas prepararse más en la parte terapéutica del yoga estudiando medicina occidental o rehabilitación.