“¡El infierno pasó por Valparaíso!”, exclamó la chilena Mónica Vergara sentada en la puerta de su casa, reducida a escombros por el enorme incendio que entre el sábado y el domingo devoró al menos dos mil viviendas y provocó la muerte de doce personas en Chile.

Según el último parte difundido ayer –hasta el cierre de esta edición– por el ministro del Interior del país, Rodrigo Peñailillo, 850 hectáreas fueron destruidas y hay un total de 8.000 damnificados.

Una densa capa de humo y una lluvia de ceniza cayeron sobre el pintoresco puerto de Valparaíso, un día después del inicio del gran incendio que dejó miedo y destrucción entre miles de personas que volvieron a sus casas para comprobar que lo habían perdido todo.

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Los cerros Mariposa y La Cruz, dos de los más pobres de Valparaíso, fueron también de los más afectados por las llamas. En la mañana de ayer, aún trabajaban equipos de bomberos junto a la Policía y militares para resguardar la seguridad y la evacuación de las personas.

“El fuego bajó de los cerros, se metió por en medio de las casas en cosa de segundos, fue terrible. Hubo explosiones toda la noche, balones de gas y quién sabe qué, tuvimos mucho miedo”, declaró Claudia Valladares, vecina del cerro Mariposa, cuya casa tuvo daños menores.

En el cerro La Cruz, centenares de personas lloraban desconsoladamente a las puertas de sus domicilios destruidos. “Lo perdí todo, un bombero me salvó a mí y a mis cuatro hijos, pero lo perdí todo”, dijo Mónica Vergara, quien había regresado a Chile desde España hace seis meses, afectada por la crisis económica que vivió Europa.

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Con apenas lo puesto, ella y sus hijos recorrían lo que quedó de su hogar: una pared, parte del techo y algunos pedazos de metales aún incandescentes. El resto de sus pertenencias se transformó en cenizas.

En el cerro, circundado por pastizales y quebradas de por lo menos 50 metros, colgaban los restos de decenas de viviendas, que despedían un fuerte olor a madera quemada y en las que familias enteras intentaban rescatar algunas pertenencias.

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“Ahora solo queda pararse otra vez. No nos queda más que mirar hacia adelante, como buen porteño”, declaró Patricio González, quien sacaba pedazos del techo de lata de lo que alguna vez fue su casa.

El fuego afectó, al menos, seis de los más de 40 cerros que conforman Valparaíso, el puerto chileno caracterizado por sus centenarios ascensores, impactantes miradores hacia el mar y antiguas construcciones, que le valieron ser declarado Patrimonio de la Humanidad.

La parte de la población que no sufrió daños con el fuego se organizó para ayudar. Automóviles pasaban con bocinas para anunciar los lugares de acopio de comida, ropa y todo tipo de ayuda para los sin hogar.

En tanto, decenas de jóvenes armados con palas y rastrillos subieron hasta los cerros para ayudar a sus pobladores.

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Equipos de bomberos continuaron ayer combatiendo el fuego ante las altas temperaturas que hicieron reavivar las llamas en algunos puntos.

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, encabezó ayer un comité de emergencia en Valparaíso y recorrió albergues y zonas afectadas. Hoy se reúne en el palacio de la Moneda, en Santiago, con varios de sus ministros, para analizar la emergencia en la ciudad portuaria.

10
mil personas fueron evacuadas hasta ayer.