Inédita. Emblemática. Histórica. Los discursos oficiales en torno a la apertura, el pasado 31 de marzo, de tres de las cuatro nuevas universidades que el Gobierno prevé poner en funcionamiento este año no ahorraron en exaltaciones. Yachay, UNAE, Uniartes e Ikiam (que abrirá en septiembre) fueron calificadas como “universidades de clase mundial” por el presidente Rafael Correa y su arranque comparado incluso con el boom petrolero.

“Si un lunes 6 de julio de 1972 se llenó el primer barril de petróleo para la exportación y nació el boom petrolero en el país, simbólicamente y de manera análoga podría señalar que hoy 31 de marzo de 2014 arranca la primera generación de Yachay y con ella inicia un ciclo que –esperemos– genere un nuevo boom, el boom del conocimiento”, dijo René Ramírez, secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), el día que se iniciaron los cursos de nivelación en los tres centros.

El Gobierno decidió, desde la aprobación en el 2010 de la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), que en los cinco años posteriores a esta norma no se creen nuevas universidades, excepto estas cuatro, cuya inversión proyectada hasta el 2017 es de $ 2 mil millones (la mitad irá a Yachay).

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Según las leyes de creación de estos centros universitarios, su nacimiento se ampara, entre otros, en el art. 350 de la Constitución, que señala que el sistema de educación superior tiene como finalidad la formación académica y profesional con visión científica y humanista; además, “la construcción de soluciones para los problemas del país, en relación con los objetivos del régimen de desarrollo”. Estos están contemplados en lo que el Gobierno llama Plan Nacional del Buen Vivir.

Y uno de los ejes consiste en redefinir la educación superior como un bien público (cuyo control y regulación están en manos del Estado) en torno a siete pilares, entre ellos la articulación de intereses plurales, la erradicación de lo patriarcal (en la universidad pública no hay ningún rector mujer), concebirla como un espacio de encuentro común y que el campo universitario no sea un espacio de élite.

Arturo Villavicencio, expresidente del desaparecido Consejo de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior (Conea), califica a la creación de Yachay como una “estrategia equivocada” que puede implicar disminuir la poca investigación existente en otras universidades. Le preocupa, además, que se esté conformando una política de investigación piramidal, donde la Senescyt está en el tope para dictar las políticas de investigación que deben realizar las universidades y que pueden ser vetadas en función de si son compatibles con el Plan de Desarrollo.

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“Se quiere instrumentalizar la investigación para un proyecto político determinado, para el Plan de Desarrollo. Como si fuera a durar 20 o 30 años, como si la política del Buen Vivir también fuera una política para muchos años, en definitiva como si este Gobierno fuera a estar por siempre”, señala.

En Uniartes y en UNAE una de las materias de nivelación es Universidad y Buen Vivir. Paco Velasco, ministro de Cultura, dice tiene que ver con el concepto del Buen Vivir diseñado en la propia Constitución, que fue aprobada en el 2008 por la mayoría de ecuatorianos, y que se expresa en la formación de la ciudadanía como los sujetos de las transformaciones, que ratifique sus derechos y deberes.

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Aborda, además, el cambio de matriz productiva, qué es la LOES, qué implicancia tiene la construcción de una universidad de excelencia. “No hay aquí una doctrina política que diga esta es la materia de Correa, son principios fundamentales y construidos por el pueblo ecuatoriano en una Constituyente y luego ratificados con el voto popular”, asegura Velasco.

El modelo de educación superior del país fue expuesto esta semana por el presidente Rafael Correa en una gira académica por universidades de Estados Unidos: Harvard, Yale y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Allá dijo que en el país hay un acceso igualitario a la educación superior y habló del sueño ecuatoriano.

Villavicencio cuestiona que el tema se plantee como que hay que empezar de cero porque no hay universidad y que se pretenda crear polos de desarrollo tecnológico en una fase inicial y no cuando ya existan las grandes empresas.

2.000
Millones de dólares es la inversión que proyecta destinar el Gobierno hasta el 2017 para la creación de las cuatro universidades.

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