La embajada de Ecuador en Lisboa cerrará previsiblemente sus puertas a finales de este mes, dos años después de su apertura, debido a la negativa de Portugal a instalar una legación en Quito, confirmaron este jueves a Efe fuentes diplomáticas ecuatorianas.

Las fuentes revelaron que esta medida fue pospuesta varios meses ante los "indicios" de que Lisboa podía mostrarse dispuesta a enviar a un representante al país sudamericano, señales que por el momento no se han confirmado.

La decisión fue anunciada inicialmente el pasado agosto por el presidente, Rafael Correa, quien citó a Portugal entre los nueve países afectados por el proceso de reforma de su servicio exterior debido a la "falta de reciprocidad".

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Un portavoz del Ministerio portugués de Exteriores dijo a Efe que han sido informados de esta salida, aunque insistió en que la explicación oficial de Ecuador pasa "por la necesidad de aplicar medidas de austeridad en la gestión" de sus servicios diplomáticos.

Añadió que Portugal "puede analizar la posibilidad de tener presencia en Quito" a través de un diplomático que trabaje desde la embajada de un tercer país, un modelo ya puesto en marcha en Panamá y Kazajistán.

Fuentes diplomáticas ecuatorianas destacaron que, para facilitar la instalación de una embajada lusa en la capital de su país, el Municipio de Quito estaba dispuesto a ceder un edificio donde ubicar esas instalaciones.

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En los últimos dos años, coincidiendo con la apertura de la delegación diplomática de Ecuador en Lisboa, el volumen de exportaciones lusas al país sudamericano creció un 140%, hasta los 30 millones de euros, un valor similar al que representan sus importaciones.

Pese a tratarse de cifras pequeñas en comparación con los más de 47.000 millones de euros que vende al exterior, el Gobierno conservador portugués considera prioritario mejorar las relaciones comerciales con el continente americano y con países emergentes para depender menos de Europa.

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Fuentes diplomáticas ecuatorianas incidieron en que la decisión de cerrar su embajada puede ser reversible, mientras que desde el Ministerio de Exteriores luso apuntaron a que confían en que su marcha del país "no perjudique las buenas relaciones bilaterales", intensificadas en los últimos años "con el intercambio de apoyos en candidaturas de organismos internacionales".