Creía que los alambres de púas eran su protección. Jamás imaginó que los delincuentes pasarían sin lastimarse por el cerco de puntas para llevarse diez de sus reses. Alfredo Barzola, de 84 años, un pequeño ganadero del recinto Correntoso, del cantón Daule, en la provincia del Guayas, recuerda que el robo de su ganado ocurrió a mediados de octubre pasado.

Eran cerca de las 23:00 cuando los ladridos de los perros lo alertaron esa noche. Pero a él, a su hermana de 86 años y a su colaborador, el vaquero oficial de su hacienda, les dio miedo salir a observar lo que sucedía. Solo escuchaban cómo los ladrones sacaban las vacas por el camino principal que está acordonado con los espinos.

“Qué íbamos a salir, para que nos maten. Si ellos andan bien armados y nosotros no tenemos con qué defendernos”, cuenta Barzola, quien teme por el futuro de sus 40 vacas restantes, a las que llevó por seguridad y por el invierno a zonas altas del vecino cantón Santa Lucía.

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El robo de reses es habitual en zonas rurales de provincias como Guayas y Los Ríos. Ante esto, las autoridades estatales anunciaron, el pasado lunes, medidas de control, como la activación de botones de seguridad en los teléfonos celulares y el pago de recompensas económicas para quien dé información sobre los ladrones de ganado, conocidos como cuatreros o abigeos.

Además, el gobernador del Guayas, Rolando Panchana, les afirmó a los ganaderos que se les renovaría el permiso para portar armas a quienes aún no lo tuvieran.

Representantes de ganaderos dicen que la mayoría de sus miembros no tiene aún esta renovación, pese a que la han pedido desde hace más de dos años. Aseguran que el robo de sus reses les deja pérdidas considerables, ya que una vaca cuesta entre $ 400 y $ 500.

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Barzola perdió más de 4.000 dólares en las diez vacas que le robaron, sin contar con la producción de leche que le generaban. Un mes después se le llevaron un caballo. Afirma que siete años atrás defendía su tierra con una escopeta.

Pero no solo el ganado es blanco de la delincuencia. También las cosechas, animales como toros reproductores y gallinas finas, y las casas de los campesinos. A Jorge L. le robaron en una noche 150 quintales de maíz de su plantación en el cantón Mocache, provincia de Los Ríos. Dice que en su sector la Policía está ausente, ya que el destacamento más cercano está a más de 25 minutos en carro.

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Otros ganaderos, en cambio, no pueden activar el botón de seguridad en el celular porque en sus recintos no hay señal. Así indica Marcel Rivas Fernández, del Centro Agrícola de Daule, que acoge a catorce organizaciones. A él le robaron dos vacas lecheras hace año y medio y aún dice que espera una respuesta sobre la investigación de su caso, que lo denunció en la Fiscalía. Cada animal, agrega, le costó $ 1.300.

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U ocho cuatreros irrumpen por las noches en las fincas y haciendas y se llevan el ganado. Muchos se bañan en cuajo para que las vacas los sigan.

Se pone la denuncia y queda solo para investigación. Quedaron en llamarme y hasta ahora. Lo que tenemos para defendernos es el bate de Los Picapiedra”.Fátima Ronquillo De Daule