Para obligar a reducir la velocidad a conductores y así evitar accidentes, vecinos de la manzana J de la cooperativa Cristal Centro, en el Guasmo, iniciaron la construcción de reductores de velocidad. A lo largo de tres cuadras hay cinco muros. No alcanzan el ancho de la calle sino que llegan a la mitad.

Las barreras fueron fundidas recién, pues tienen palos sobre sí y piedras a los bordes.

Fernando Valencia, habitante del sector, alega que busca protegerse ante el exceso de velocidad con que supuestamente circulan motociclistas y mototaxistas. Una vecina, que no se identifica, lo secunda y afirma que por las tardes ha visto choferes ebrios al mando de esas unidades o jóvenes que conducen a velocidad excesiva.

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“Entre todos cogimos plata para construir (los reductores de velocidad)”, dice la mujer.

La construcción de los llamados rompevelocidades debe estar avalada por la autoridad de tránsito. La Ley que rige este ámbito indica que la multa para “quien construya o mande a construir reductores de velocidad sobre la calzada, sin previa autorización (art. 143, literal e)” es del 40% de la remuneración básica. Esto equivale a $ 136.

Una barrera está al pie de la casa de Adriel Gómez. Él remarca que lo que buscan es proteger a los niños y que ellos están conscientes de que es ilegal construir sin autorización. Otro vecino se respalda en la frase “mejor es prevenir que lamentar”, y afirma que en el sector han ocurrido accidentes.

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En la Cristal Centro opera una flota de mototaxis, pero los vecinos aseguran que desconocen si hay dirigentes de choferes. Un conductor de estas unidades niega que circulen a exceso de velocidad. “Él no es, son otros”, lo defiende Valencia.

Vecindario
Coop. Cristal Centro

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Reductores de velocidad
Más calles de la cooperativa Cristal Centro tienen barreras. Este Diario encontró solo dos señalizadas con franjas amarillas y negras.