Toma el regalo entre las manos, lo acomoda sobre un papel de regalo de diversos colores y comienza a envolverlo y a sellarlo con cinta adhesiva. En dos minutos, María Medina Garcés ya tiene listo su trabajo, por el que recibe entre $ 0,25 y $ 1.

Desde inicios de noviembre, esta guayaquileña de 44 años se sienta todo el día en las afueras de Pycca, de Boyacá y 9 de Octubre. Los compradores salen del almacén para pasar a ser los nuevos clientes de Medina, quien se dedica a esta labor desde hace casi dos décadas.

Para ella, la Navidad es comercio. De su labor diaria obtiene, en promedio, $ 25, rubro que reparte entre la comida para sus tres hijos menores –de 14, 13 y 6 años– y guarda para pagar el alquiler de su departamento, en Flor de Bastión.

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“Ya estoy caída tres meses. Debo $ 450 y apenas llevo reunidos $ 170. Yo quisiera como regalo de Navidad una casa para no pagar más y darle más a mis hijos”, expresa Medina, quien también tiene un puesto de periódicos en el centro.

Sus condiciones económicas, dice, no son tan favorables. A ello se suman los problemas de salud. Desde hace seis años, al poco tiempo de nacer su última hija, le detectaron una hernia a la altura del ombligo, que no se la ha hecho tratar por falta de dinero y por la que hace dos semanas debió ser llevada de emergencias a un hospital.

“Me dicen que me tengo que operar porque me puede dar algo, ¿pero qué puedo hacer, si tengo que mantener a mis hijos?”. Medina es madre soltera. Llega al centro de la ciudad a las 06:30 todos los días y, por lo general, regresa a casa entre las 22:30 y 23:00. Dice que reúne para comprarles algo de ropa a sus hijos para estas fechas, factor que lo hace prevalecer ante un juguete para sus hijos.

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“Yo envuelvo juguetes y me da bastante satisfacción ver que los niños se ponen contentos cuando los ven listos para ponerlos debajo del árbol y que yo contribuyo a ello, pero me gustaría más ese sueño para mis hijos”, relata Medina.

Pese a las adversidades que enfrenta con sus hijos, Medina le pone positivismo a la vida. Recibe a sus clientes con una sonrisa, les detalla los papeles de regalo que tiene a disposición, les asesora, envuelve y gana su dinero.

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Y aunque a veces le toca recibir la Navidad o el Año Nuevo en el centro, recibiendo periódicos para la venta inmediata, Medina ve en estas fechas la esperanza de mejores días para su vida, su familia y su trabajo.

No tengo un trabajo fijo y debo ver la forma de ganarme la vida. Me emociona ver a niños contentos con sus regalos; me gustaría más que ese sueño fuera para mis hijos”. María Medina, comerciante artesanal en el centro de Guayaquil