Los niveles de malnutrición en la población indígena de Tungurahua serían alarmantes, ya que en estudios anteriores, cuatro de cada diez niños de este sector estaban malnutridos y actualmente son seis por cada diez. Así lo explicó la nutricionista Geovanna Mantilla.

Consideró que uno de los factores es que la poca producción agrícola que obtienen en los campos la venden y a cambio “compran fideos y gaseosas, entonces ya no es como antes, lo que cosecho, como, y lo que me sobra, vendo”.

Además, dijo que fideos, harinas y pan son baratos y hacen engordar. “Es un tipo de desnutrición en que a una persona se le ve gordita por exceso de carbohidratos, pero está desnutrida y tiene déficit de proteínas”.

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Aclaró que la malnutrición se va a reflejar no solo en la talla de los niños, sino también en el crecimiento cerebral, al argumentar que para este proceso hay dos etapas: la primera que es la intrauterina y la segunda, la alimentación en los primeros dos años. Por lo que si solo se les dan refrescos no se van a desarrollar física ni intelectualmente. “Vamos a tener un niño que no va a rendir igual, eso es peor a que no se desarrolle físicamente”.