Los restos mortales de Nelson Mandela llegaron ayer a su pueblo, Qunu, donde fueron recibidos por cientos de personas y donde el ex presidente sudafricano es enterrado hoy.

El traslado ocurrió luego de ser homenajeado por los herederos de su legado político, los dirigentes del Congreso Nacional Africano (CNA), que ha gobernado Sudáfrica en las dos últimas décadas.

El cortejo fúnebre, saludado por miles de habitantes de Qunu durante el trayecto desde el cercano aeropuerto de Mthatha, fue escoltado por un numeroso convoy de las fuerzas de seguridad.

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El baile y los cánticos de agradecimiento a Mandela cesaron de golpe para transformarse en vítores cuando el féretro, escoltado por efectivos motorizados de la Policía Militar, tanquetas del Ejército y dos helicópteros, pasó por delante de quienes esperaban a su héroe a la entrada de Qunu. La furgoneta negra que llevaba al féretro de Mandela envuelto en una bandera sudafricana se dirigió después con todo el séquito a la casa del expresidente en la localidad.

Vecinos de Qunu y los pueblos de alrededor, así como visitantes llegados desde todos los puntos de Sudáfrica, agitaron banderas de Sudáfrica y del gobernante Congreso Nacional Africano que lideró Mandela.

Una larga fila de vehículos civiles también escoltados por las fuerzas de seguridad cerraron el convoy en el que viajaban los restos del líder antiapartheid.

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Unas 4.000 personas, entre ellas una veintena de mandatarios internacionales y dignatarios asisten hoy en Qunu al funeral de Estado del ex presidente sudafricano. Las formalidades y el protocolo del Estado dan hoy paso a los ritos tradicionales de la etnia Xhosa, incluyendo el sacrificio de un buey. Las exequias del Premio Nobel de la Paz, en la hacienda familiar, van a ser supervisadas por los ancianos del clan. Al final habrá una ceremonia íntima solo para la familia.