Con 650 mil cuentas activas, de un total de 900 mil abiertas en Twitter y casi seis millones de páginas en Facebook, estas dos redes junto con YouTube -debido a los comentarios posteados– son escenarios donde actúan campañas publicitarias y políticas en Ecuador.

Para las personas que trabajan en marketing son muchas las ventajas de las redes sobre los medios de comunicación tradicionales: se puede medir al instante si el mensaje marca tendencia entre los usuarios, sirven como canales de difusión pagados que se pueden multiplicar con facilidad y, especialmente, en Twitter se ponen anzuelos para que luego la prensa pregunte al candidato lo que a este le interesa.

El publicista Andrés Zambrano explicó que Facebook es una red mucho más popular y donde se apela a las emociones, mientras que Twitter es noticiosa, crítica y de nivel socieconómico más alto. Ambas son populares entre los jóvenes.

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“Por supuesto que se pueden manipular, especialmente para trabajar en algo muy efímero como la credibilidad; si se logra afectar eso, por encima de que la gente termine votando o no por esa persona, ya se logró al menos que la gente dude”, admitió.

La cuestión de la privacidad no es un tema.

Zambrano lo explicó así: “El momento en que yo grito ‘Gol de Emelec’ en el Twitter delimito mi simpatía; y si toda mi información es pública no podría mañana enojarme por haber sido clasificado con la información que yo mismo di. No es lo mismo que la información bancaria, que es reservada”, acotó al considerar que se necesitaría muchísimo dinero para hacer un “mapeo” completo de las redes en Ecuador.

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En la campaña presidencial, el Gobierno marcó tendencia en este campo por los recursos que tiene, pero los movimientos CREO y SUMA también invirtieron mucho en las redes. En cambio, el PSC, Prian o PSP no lo hicieron porque no es su mercado, prefieren pagar ese dólar en una camiseta, señaló.

El publicista Luis Miguel Díaz-Granados indicó que la fuerza del Gobierno también está en que cada institución del Estado y su titular o representante están presentes en las redes; en total manejan no menos de 100 páginas. Citó, incluso, casos de algunas instituciones del Estado que realizan campañas pagadas en Twitter.

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La paradoja es que el Twitter no nació como un canal publicitario, pero termina siendo así, aunque nadie postea “Este Twitter fue auspiciado por...”

“Hay un dicho que dice ‘Influencia vale más que diligencia’. Se buscan influyentes; no se le está comprando la conciencia sino el medio. Lo que no he visto hasta ahora son camisetazos en Twi-tter; en ese sentido, el medio es más marketero que político”, dijo.

“Un tuit puede costar $ 400 si la persona tiene muchos seguidores. En campaña política eso se podría convertir en $ 2.000 por posteo. Si quieres que esa persona sea un activista tuyo, puedes negociar precios. No estás comprando conciencias, estás comprando difusión”, indicó Díaz-Granados.