Cientos de personas protestaron este domingo en minifaldas al frente de un conocido restaurante de Bogotá para denunciar los comentarios realizados por el dueño del local, quien responsabilizó a una clienta violada en su establecimiento por su forma de vestir.

"Me parece increíble la forma de pensar de mucha gente", dijo a la AFP Angélica Zarul, de 23 años, quien protestó vestida con una minifalda afuera de una sucursal del establecimiento donde, a principios de mes, una joven denunció haber sido violada en el estacionamiento.

Tras conocerse los hechos, esta semana el dueño del establecimiento dijo a un medio local que la ropa que vestía la joven podría haber motivado la agresión.

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"Una niña que llega con un sobretodo y debajo una minifalda, ¿a qué está jugando?, y después para exculpar pecados diga que la violaron", expresó el empresario a principios de semana, cuando se hizo público el caso.

Estas declaraciones provocaron indignación en muchos sectores sociales.

"Lo que más me duele a mí es que muchas mujeres también crean eso", dijo Mar Candela, una de las manifestantes.

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"Creo que la reacción de Andrés tiene que ver con defender lo que piensan muchas personas", afirmó a la AFP la congresista Ángela Robledo, representante de Bogotá, presente en la manifestación.

La protesta convocada a través de las redes sociales reunió a unas 100 personas, según la Policía, y unas 200, en cálculos de la organización.

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Los manifestantes gritaron consignas como "La minifalda no es una invitación" o "Cuando decimos no es no", y muchos hombres también vistieron faldas en señal de protesta.

"Tiene que haber un cambio cultural desde la masculinidad", dijo Pablo Bustos, perteneciente a la organización ciudadana Red de Veedurías.

En este sentido, la Alta Consejería para la Equidad de la Mujer señaló en un comunicado emitido esta semana que estas "declaraciones conllevan un mensaje de justificación de la violencia sexual hacia la mujer, en el que responsabiliza a la joven de la posible agresión a causa de la ropa que vestía".

Según este instituto, la agresión sexual en Colombia es un fenómeno extendido, si bien hay una dificultad para su registro. En el año 2010 la tasa superaba los 44 casos por 100.000 habitantes.

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